Devoción a la Divina Misericordia marcó el pontificado de Karol Wojtyla
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Dives in Misericordia fue escrita pensando
en Santa Faustina Kowalska
David Mora, periodista.
La vida de Karol Wojtyla tuvo
muchas situaciones memorables, pero hubo un día específico marcado por la
devoción a la Divina Misericordia que se convirtió en el más feliz de San Juan
Pablo II: El 30 de abril de 2000.
Muy lejos de lo que se podría
pensar con respecto al santo polaco sobre cuál fue su momento más feliz; como el
día de su ordenación sacerdotal, su elección como pontífice, o el haber sobrevivido
al atentado del 13 de mayo de 1981 en la festividad de Nuestra Señora de
Fátima, el día que San Juan Pablo II atesoró en su corazón fue en el que
canonizó a Santa Faustina Kowalska, la santa de su natal Polonia a quien Jesús
reveló las promesas de su Divina Misericordia.
Cuando la santa religiosa
falleció el 5 de octubre 1938, Karol Wojtyla apenas tenía 18 años y no sabía de
su vida, ni del mensaje que había recibido por parte del Señor de la Divina
Misericordia, pero cuando conoció su historia durante la Segunda Guerra Mundial
estando en un seminario clandestino formándose para ser sacerdote quedó profundamente
impactado.
A mediados del siglo XX, a causa
de una confusión generada por una mala traducción al italiano del Diario de la
Divina Misericordia y otros asuntos que no se resolvieron, el Vaticano prohibió
que esta devoción se difundiera. Años después en 1978, seis meses antes del
cónclave que elegiría a Karol Wojtyla como Sucesor de San Pedro, esta devoción
fue permitida de nuevo.
San Juan Pablo se inspiró en
la santa religiosa y el mensaje que le fue revelado para escribir su segunda
encíclica Dives in Misericordia (Rico en Misericordia). El autor del libro Testigo
de esperanza: La biografía del Papa Juan Pablo II, George Weigel, revela que el
Santo Padre le dijo "que se sentía espiritualmente "muy cercano" a Sor Faustina" y que "estuvo "pensando en ella durante mucho tiempo" cuando comenzó a escribir
Dives in Misericordia".
"Como Arzobispo de Cracovia,
Wojtyla defendió a Sor Faustina cuando su ortodoxia estaba siendo interrogada
después de su muerte en Roma, debido en mayor parte a la traducción errónea al
italiano de su diario, y promovió la causa para su beatificación", escribe
Weigel en el libro.
El Papa polaco muchas veces
escribió y habló sobre la importancia de implorar a Dios su Divina Misericordia
para el mundo entero. El 19 de abril de 1993 presidió la beatificación de la
religiosa de su país, a quien elogió en su homilía diciendo que ella llevó
mucha gente al corazón misericordioso de Jesucristo, destacando que la devoción
a la Divina Misericordia es importante, también admiró cómo esta se iba
propagando por el mundo contemporáneo, lo cual veía como "un signo de los
tiempos, un signo del siglo veinte".
"El balance de este siglo, que
ahora está terminando, adicionando los avances que frecuentemente han sobrepasado
a las eras anteriores, presenta una profunda inquietud y miedo al futuro.
¿Dónde sino en la Divina Misericordia, el mundo puede encontrar refugio y una
luz de esperanza? Los creyentes entienden esto perfectamente", manifestó San
Juan Pablo II en su homilía.
El día más feliz de su vida, el
30 de abril de 2000, quien fuera el líder de la Iglesia Católica expresó que su
alegría era inmensa "al presentar la vida y el testimonio de Sor Faustina
Kowalska a toda la Iglesia como un regalo de Dios para nuestro tiempo", también
habló de la importancia del momento histórico en el que la religiosa recibió el
mensaje, pues ?la vida de esta humilde hija de Polonia estuvo completamente
ligada a la historia del siglo XX?.
"De hecho, fue entre la
Primera y Segunda Guerra Mundial que Cristo le confió a ella su mensaje de
misericordia...aquellos que recuerdan, que fueron testigos y participantes en los
eventos de esos años y de los horribles sufrimientos que causaron a millones de
personas, saben muy bien cuán necesario era el mensaje de misericordia", expuso
el Papa.
En aquella ocasión hubo algo
más que la canonización de Santa Faustina, también San Juan Pablo II instituyó
la Fiesta de la Divina Misericordia para cada II Domingo de Pascual, tal y como
Jesús lo dispuso en el mensaje que le reveló a la religiosa, prometiendo gracias
especiales a quienes se confiesen y reciban la Comunión.
Fuente: ACI Prensa.