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Arzobispo

El verdadero amor es la solución

(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano


Resulta doloroso constatar cómo, en el poco tiempo transcurrido de este año 2023, hemos llegado a índices de violencia y criminalidad sin precedentes en Costa Rica. En clave de urgencia, los especialistas recomiendan implementar diversas estrategias que van desde una mayor presencia policial hasta el fortalecimiento de las instituciones educativas.

La inseguridad ciudadana nos lleva a sentirnos desprotegidos y vulnerables; pareciera que la ley de la selva se impone y que cada quien que luchar para sobrevivir en medio de tanta violencia.  Peor aún, se presenta la tentación de tomar la ley por nuestras propias manos, actuando al margen de la ley para hacer justicia por nosotros mismos.

Sobre el odio,  la venganza,  la lucha sin control, no se puede construir la paz y la reconciliación entre los hombres; desde los principios básicos de convivencia, sabemos solo se pueden construir sobre el principio de la justicia y del amor recíproco.

Como enseña el Papa Francisco: "La violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos". [1]

Ya el domingo anterior el Señor nos advertía en su Palabra sobre la ley del talión, reconocida por la expresión del "ojo por ojo y diente por diente". Ciertamente, este era un principio de justicia que se fundaba en la idea de que la pena se ajuste al delito cometido y que la violencia desmedida no crezca, pero Jesús conoce nuestros corazones y sabe que el deseo de venganza puede ser una forma de abuso que nos lleva a más violencia y agresión:

"Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas" (Cf. Mateo 5, 38 ss).

Jesús proclama la ley del perdón, del amor, de la no violencia. Como discípulos, nuestros comportamientos, actitudes y estilos de vida buscan marcar una diferencia con la violencia dominante. Nos resulta una enseñanza pacifista imposible de parte del Señor, pero, Jesús es el amor y la compasión encarnados. Él nos insta a abrazar la paz luchando contra el odio en el mundo.

Más aún, el Señor nos obliga a caminar una milla más al decirnos: Habéis oído "Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo". Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Una vez más el Señor nos propone pagar el mal con bien, tratando con respeto y dignidad a quien se siente nuestro enemigo. "¿Por qué Jesús pide amar a los propios enemigos, o sea, un amor que excede la capacidad humana? En realidad, la propuesta de Cristo es realista, porque tiene en cuenta que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto, solo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor, un plus de bondad. Este «plus» viene de Dios:  es su misericordia, que se ha hecho carne en Jesús y es la única que puede «desequilibrar» el mundo del mal hacia el bien, a partir del pequeño y decisivo «mundo» que es el corazón del hombre".  [2]

Es la novedad cristiana. Es la diferencia cristiana. Orar y amar: esto es lo que debemos hacer; y no solo a quienes nos aman, no solo a amigos, no solo a nuestra gente. El perdón y la misericordia son los mejores valores para superar nuestros conflictos y para  encontrar la paz interior y la reconciliación con los demás. Todo se fragua en nuestro corazón, ahí donde hemos de abrir la puerta al Señor.

 

  

[1] Papa Francisco, Jornada Mundial de la Paz, 2017

 

[2] Benedicto XVI, 18 de febrero del 2007