Papa se reúne con sacerdotes y consagrados en África
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Francisco alertó a los religiosos de tres
tentaciones que deben enfrentar
David Mora, periodista.
Este jueves 2 de febrero, día
en que la Iglesia celebra la Fiesta de la Presentación del Señor y la Jornada
Mundial de la Vida Consagrada, el Papa Francisco tuvo un encuentro con
sacerdotes, diáconos, consagrados y seminaristas en la Catedral de Nuestra
Señora del Congo, de Kinsasa, durante su visita a la República Democrática del
Congo, allí les hizo la invitación a ser siempre "canales del consuelo del
Señor y testigos gozosos del Evangelio".
El Santo Padre manifestó que, a
ejemplo de Simeón, todas las personas esperan la luz del Señor para iluminar
las oscuridades de la vida, y, con mayor razón, desear vivir la experiencia de
tomar en los brazos a Jesús. "Tomarlo en brazos, para poder tenerlo ante los
ojos y cerca del corazón. De ese modo, poniendo a Jesús en el centro nos cambia
la perspectiva sobre la vida y, aún en medio de trabajos y fatigas, nos
sentimos envueltos por su luz, consolados por su Espíritu, animados por su
Palabra, sostenidos por su amor", indicó.
Comentado las palabras que el
Cardenal Ambongo le dirigió en el momento en que se saludaron, Francisco comentó
que los sacerdotes y religiosos tienen grandes desafíos a los que deben hacerle
frente para vivir el compromiso que realizaron, que se encuentra marcado por "condiciones
difíciles y frecuentemente peligrosas". El pontífice aseguró que abunda la
alegría en el servicio del Evangelio y que las vocaciones a la vida sacerdotal
y consagrada siguen siendo numerosas, "ahí está la abundancia de la gracia de
Dios, que actúa precisamente en la debilidad y que los hace capaces, junto a
los fieles laicos, de generar esperanza en las circunstancias muchas veces
dolorosas de vuestro pueblo".
El obispo de Roma les recordó
a los todos los presentes que están llamados a ser eco de la promesa de Dios de
nunca dejar solo a nadie, pues a Él se le pertenece, por lo que deben animar
las sendas de las comunidades y darles acompañamiento en la fe para tener una
experiencia de encuentro con Dios. También resaltó que el sacerdocio y la vida
consagrada son para servir al pueblo, más no para que el religioso se sirva a
sí mismo, pues así este ministerio se vuelve estéril. "No se trata de un
trabajo para ganar dinero o tener una posición social, ni tampoco para resolver
la situación de la familia de origen, sino que se trata de ser signos de la presencia
de Cristo, de su amor incondicional; del perdón con el que quiere
reconciliarnos; de la compasión con la que quiere hacerse cargo de los pobres.
Nosotros fuimos llamados para ofrecer la vida por los hermanos y hermanas, llevándolos
a Jesús, el único que cura las heridas del corazón", indicó el Santo Padre.
Las tentaciones a vencer son
parte de los retos que conlleva la vocación religiosa, por lo que, el líder de
la Iglesia Católica quiso detenerse en tres de ellas para reflexionar en cómo
vencerlas: La mediocridad espiritual, la comodidad mundana y la
superficialidad.
Con respecto a la mediocridad
espiritual, Francisco dijo que es necesario dedicar un tiempo intenso a la
oración para conectar con el Señor el corazón, para no dedicarse monótonamente sólo
a la celebración de la misa cotidiana, la Liturgia de las Horas, la Confesión,
entre otras funciones; sino vivirlo cada vez que se realiza. Recordó que la
oración crea el espacio para tener una cercanía con Dios y experimentar un encuentro
con Él, también animó a invocar a la Virgen María y aprender de ella a
contemplar a Jesús.
El Papa se refirió a la segunda
tentación, la de una vida cómoda que tiene las cosas bastante resueltas y avanza
por inercia, lo cual lleva al confort y se camina sin entusiasmo, esto lleva a
que se pierda el corazón de la misión y se pierde la cercanía con los fieles. "En
vez de servir al Evangelio, nos preocupamos de gestionar las finanzas y de
llevar adelante algún negocio que nos resulte ventajoso. Es escandaloso cuando
esto sucede en la vida de un sacerdote o de un religioso, que, por el contrario,
deberían ser modelos de sobriedad y de libertad interior. En cabio, qué hermoso
es mantenerse rectos en las intenciones y libres de componedas con el dinero,
abrazando con alegría la pobreza evangélica y trabajando junto a los pobres. Y
qué hermoso es ser signos luminosos de disponibilidad total al Reino de Dios,
viviendo el celibato. No permitamos que esos vicios, los cuales quisiéramos
arrancar de los demás y de la sociedad, se encuentren bien arraigados en
nosotros. Por favor, estemos alerta a la comodidad mundana", indicó Francisco.
Y el tema de la tentación de
la superficialidad el Santo Padre lo tocó manifestando que los fieles no
necesitan funcionarios de lo sagrado ni profesionales que sean distantes del pueblo,
ya que, así como los consagrados tienen la obligación de estudiar, rezar y
meditar la Palabra de Dios, también deben estar abiertos a las inquietudes y
preguntas complicadas de esta época, esto ayudará a entender la vida y las exigencias
que vive cada persona, así podrá acompañárseles mejor.
Finalmente, el sucesor de San
Pedro les dijo que hay un deseo que nace de su corazón; que en el continente no
tengan nunca más que someterse a la prepotencia de los más fuertes y bajar la
cabeza bajo el yugo de la injusticia. Francisco recordó que con humildad hay
que inclinarse ante Dios y Él hará a cada uno obrero de la misericordia.
Fuente: Vatican News