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La Palabra encarnada

Medio de comunión con el Padre y el Hijo

Jairo Francisco Matamoros Jiménez, I Formando Discípulos Misioneros de Cristo, Diócesis Alajuela. 


En el 2019, el Papa Francisco ha propuesto una especial reflexión y divulgación de la Palabra de Dios para el III Domingo del Tiempo Ordinario. Es en Domingo, día del Señor, en el cual celebramos una Pascua diferente a la descrita en los textos del Antiguo Testamento, día en que Cristo renueva por completo nuestra idea de la Palabra, en la cual Él se hace presente, como también lo hace en los Sacramentos de cada celebración Eucarística. 

En 1 de Juan 1,1-4 nos dice: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca de la Palabra de Vida os lo anunciamos. En efecto, la Vida se manifestó, y nosotros, que la hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba junto al Padre y que se nos manifestó, Juan invita a celebrar el acontecimiento que nos trae la salvación: la Palabra, el Verbo de Dios hecho carne; un Dios amoroso y deseoso de comunicarse con lenguaje humano, que podamos entender, palpable y visible, especialmente para quienes nos cuesta creer sin ver. También la Constitución Dei Verbum nos, que las verdades reveladas por Dios en su Palabra tienen por autor al Espíritu Santo quien las inspiró.  

Estamos habituados a celebrar como algo cotidiano, vivir como en automático y llevar la Eucaristía hacia un costumbrismo, un cumplir más dentro del círculo de nuestras vidas. Ir a misa el Domingo quizás pensando que así lo hacen las familias unidas, modelo de religiosidad, paradigmas de nuestra sociedad acostumbrada a colocar etiquetas hasta en las celebraciones Sagradas. El desinterés y desgano ante la poca interacción que tenemos con la Palabra. Como laicos muchas veces caminamos con poca información y formación. Podríamos hacer una pausa y tomar mayor interés en la Palabra, en el caminar de la Iglesia, buscar una mayor expresión de fe. 

Y si tuviéramos dudas, pensemos en esto: ¿y si, por un uno por ciento de lo que nos dice la Palabra, por solo ese uno encontramos ahí camino de salvación? Yo diría: vale la pena intentarlo claramente para esto se necesita fe en la Palabra que se renueva cada día en el Kairós. Deberíamos romper moldes de esta sociedad la cual nos quiere etiquetar como anticuados y no aptos para este siglo, llevar esperanza, sabia nueva, buscar espacios para compartir la Palabra con los hermanos, generar mayor interés en los acontecimientos históricos que enriquecen nuestra Iglesia, en los signos Eucarísticos, en los Sacramentos y la Palabra. Pensar en una mejor participación del privilegio recibido y del cual podemos ser parte, a partir de la salvación por medio de Jesucristo, quién nos rescata del pecado, nos invita a la mesa del Sacrificio, la cual antes de su Resurrección nadie podía ser participe, y ahora nos permite pasar esa fe y esperanza a cada generación hasta llegar al Domingo sin ocaso.

?nte el misterio de la muerte, para el hombre que no tiene fe, todo pareciera irremediablemente perdido. Es la Palabra de Cristo, entonces, la que ilumina el camino de la vida y confiere valor a cada uno de sus momentos, Benedicto XVI.