Tenía 118 años
·
Rompió el récord Guinness de ser la
persona más anciana del mundo en sobrevivir al Covid-19
David Mora, periodista.
Este martes 17 de enero,
falleció Sor André Randon, la religiosa más longeva del mundo, a sus 118 años,
en la residencia de ancianos Santa Catalina Labouré de Toulon, Francia, donde
ella misma eligió permanecer en 2009.
André fue religiosa de las
Hijas de la Caridad, y al consagrarse eligió este nombre masculino, el mismo de
su hermano, un poco para provocarle al este dudar de su vocación. Su nombre de
pila es Lucile Randon, nació en Alés, en el sur de Francia, el 11 de febrero de
1904, de familia protestante, con un abuelo pastor, a los 19 años se convirtió
al catolicismo e ingresó a sus 40 años a formar parte de las Hijas de la
Caridad, congregación fundada por San Vicente de Paúl. La Hermana André estuvo
28 años de su vida consagrada en el hospital de Vichy, allí atendía a ancianos
y huérfanos.
El alcalde de Toulon, Hubert
Falco, publicó en su Facebook, la noticia de su muerte, a lo que añadió que se
trata de la "partida de nuestra decana de la humanidad". Por su
parte, en Twitter, el secretario general de la Conferencia Episcopal Francesa
citó a la religiosa diciendo: "Amaba a Dios y confiaba en él". Por su parte, el
Padre Hugues de Woillemont ha contado su testimonio en las redes sociales desde
el lunes por la noche.
Falco indicó también que "más
allá del símbolo que representaba haber cruzado el siglo y experimentado dos
guerras mundiales, la Hermana André fue ante todo una mujer profundamente buena
y cariñosa, dedicada a los demás".
El responsable de comunicación
de la residencia de ancianos de Tolón, David Tavella, comentó que, durante su
larga vida, la Hermana André siempre aconsejó "amar siempre sin restricciones,
amar sin esperar nada a cambio, porque cuando se ama a los demás, cuando se va
hacia los demás, no se tiene miedo a lo desconocido".
La monja también llegó a
alcanzar el récord Guinness como la persona más anciana del mundo en sobrevivir
al Covid-19, su "receta para una vida feliz" era la oración y una taza de
chocolate caliente todos los días. En una entrevista con la televisora francesa
BFM, Randon comentó que no le tenía miedo al coronavirus, porque no tenía miedo
de morir. "Estoy feliz de estar contigo, pero me gustaría reunirme con mi
hermano mayor, mi abuelo y mi abuela", dijo en aquella ocasión.
En 2019, cuando llegó a los
115 años, la religiosa recibió una tarjeta y un rosario bendecido por el Papa
Francisco, el cual usó todos los días de su vida hasta su muerte.
Fuentes: Vatican News y
ACI Prensa