(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano
El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz (Núm. 6,22-27). Con esta hermosa bendición que nos regala la Palabra de Dios este 1° de enero, les saludo al comienzo de un nuevo año, deseando de todo corazón, la alegría y la paz de Dios para todos ustedes y su familia, para nuestras comunidades parroquiales, nuestra querida Arquidiócesis de San José y para nuestro país.
Iniciamos un año y, con él, una oportunidad especial para renovarnos, elaborando proyectos que nos ayuden a alcanzar las más altas aspiraciones y que den respuesta a los desafíos de la sociedad y de la Iglesia de nuestro tiempo, cuánto más al constatar la necesidad de paz y de solidaridad, en nuestro pueblo. Todo es posible si nos abrimos a Dios, fuente de toda transformación.
Como católicos, lo hacemos, además, tomados de la mano de Santa María, nuestra madre y Madre de Dios, la esclava del Señor que no se cansa de proclamar la grandeza de aquel cuyo nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación (Cf. Lc 1, 46-55). Nos ponemos en marcha pues, en este nuevo trayecto de nuestra historia contemplándola con su hijo en brazos, como un estímulo y una bendición para el año que comienza.
Si preguntara a cada uno de ustedes qué espera para este año, estoy seguro que, la inmensa mayoría, respondería: ¡quiero ser feliz¡ Yo también espero lo mismo, convencido de que este es el plan de Dios para sus hijos pues Dios ha creado al hombre para hacerle partícipe de su felicidad. El bien es difusivo; y Dios, que es la felicidad absoluta y perfecta, ha creado al hombre sólo para sí mismo, es decir, para la felicidad. Una felicidad gozada va en parte durante el período de la vida terrena, y luego totalmente en el más allá, en el Paraíso.
Jesús nos asegura que el hombre ha nacido para la felicidad, porque es criatura de Dios, felicidad infinita. Pablo VI decía con palabras sabias: Si yo soy cristiano, poseo la clave interpretativa de la auténtica vida, la fortuna suprema, el bien superior, el primer grado de la verdadera existencia, mi intangible dignidad, mi libertad inviolable.
Pero lejos de un seguimiento egoísta, el inicio de la felicidad es comenzar a pensar en los demás: El camino de la felicidad comienza contra corriente: es necesario pasar del egoísmo a pensar en los demás. Estar tristes, decían los padres del desierto, es casi siempre pensar en sí mismos. De esta manera, cuando la vida interior se encierra en los propios intereses y no hay espacio para los demás no se goza más de la dulce alegría del amor.
Es necesario vencer la tentación de encerrarse a sí mismo, de aislarse, creyéndose autosuficientes, porque todos tenemos necesidad de fraternidad. La vida adquiere sentido cuando se busca el bienestar del prójimo, deseando la felicidad de los demás: Si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, esto es ya suficiente para justificar el don de mi vida.
Queridos hermanos: Todos queremos ser felices, pero, como subraya el papa Francisco: La felicidad no es algo que se compra en el supermercado, la felicidad viene solo de amar y dejarse amar. Lo que es efímero no da felicidad, solo el amor satisface la sed del infinito que hay en nosotros.
Reitero mi deseo de que la paz de Cristo reine en cada corazón. Firmes en él, no hay dificultades, sufrimientos ni pruebas que nos venzan, antes bien, con él todo cuanto vivamos acrecentará nuestra esperanza.
¡Muy Feliz Año Nuevo¡ Abriéndo el corazón a Cristo