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Iglesia

Mensaje de Adviento de los obispos costarricenses

¡Ven, Señor Jesús!, vida nuestra

«El que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios»
Lucas 1, 35b


Inicia un tiempo de esperanza y de alegría.  Adviento viene del latín y significa «venida»; es la venida de nuestro Señor Jesucristo que nos trae la salvación.

Como pastores de la Iglesia enviamos nuestro mensaje de cercanía al Pueblo de Dios porque iniciamos un nuevo Año Litúrgico y lo hacemos con gozo:  es un tiempo que nos permite reconocer que nuestro Salvador ha irrumpido en la humanidad.

El Adviento, en la liturgia de la Iglesia, tiene una doble dimensión, pues en su primera parte es tiempo en que renovamos nuestra fe en la espera de la segunda venida de Cristo al final de la historia y es también tiempo de preparación para la solemnidad de Navidad, haciendo presente la primera venida del Hijo de Dios a la humanidad.

«El que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1, 35b).  Este anuncio del Arcángel Gabriel a la Virgen María nos colma y nos llena de esperanza; el nacimiento que se anuncia es el de nuestro Salvador.  Él viene a redimirnos, a darnos vida y vida en abundancia (cfr. Juan 10,10b).

Es importante y necesario, entonces, que reflexionemos sobre el don de la vida que hemos recibido gratuita y maravillosamente por parte de Dios.  Mientras algunos en la sociedad desprecian este don y derecho sagrado, nosotros vivimos un tiempo de gracia que nos permite apreciar el más importante regalo que se nos ha dado: la vida.

¡Ven, Señor Jesús!, se vuelve un clamor en medio de las oscuridades que se presentan en nuestra sociedad, para que pueda iluminar y guiar los corazones de las personas.

¡Ven, Señor Jesús!, se vuelve el grito que los creyentes y las personas de buena voluntad debemos llevar a nuestro país, para poner un freno a corrientes e ideologías que quieren privarnos del don de la vida.

Conscientes del dolor, del pecado, de las tensiones, de las limitaciones y dificultades de esta vida, de la inseguridad y hasta de la muerte, Adviento es una invitación a aguardar a Jesús, que siempre tiene un mensaje trascendental para nosotros: que el Reino de Dios es posible para todos.

La mejor preparación para acoger a Jesús es vivir sus enseñanzas, compartir con los demás (Lc. 3, 10-11), vivir el Evangelio, abrir los ojos a las necesidades del prójimo; dar nuestro tiempo, compañía y ayuda material a los demás

El mes de diciembre y los días previos a la Navidad, como la Navidad misma, son días alegres, festivos y gozosos.  Pero no se trata de una alegría superficial, sino la alegría por la inminente llegada del Señor.

En medio de la Gran Misión Nacional que vivimos, la Iglesia ora por un Adviento pleno y definitivo, por una venida de Cristo para todos los pueblos de la tierra que todavía no han conocido al Mesías o no reconocen aún al único Salvador.

Adviento es tiempo para reflexionar sobre el curso y destino que estamos forjando en nuestra sociedad, cada vez más materialista, muchas veces solamente en busca de resultados económicos y de desvirtuar los verdaderos valores que enaltecen la dignidad de la persona humana.

Ya advertía el Papa Francisco en su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el lunes 11 de enero de 2016, cuando hablaba del hambre como una de las grandes plagas de nuestro tiempo o de la situación de millones de migrantes.

«¿Cómo no ver en todo esto el fruto de una "cultura del descarte" que pone en peligro a la persona humana, sacrificando a hombres y mujeres a los ídolos del beneficio y del consumismo? Es grave acostumbrarse a estas situaciones de pobreza y necesidad, al drama de tantas personas, y considerarlas como "normales". No se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si "todavía no son útiles" - como los no nacidos - , o si "ya no sirven" - como los ancianos-. Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos, pues son muchas las personas y las familias que sufren hambre y desnutrición», destacaba el Santo Padre.

Adviento es encuentro de Dios con el hombre, por ello debe llevarnos a una cultura de acogida de la vida desde la concepción hasta su muerte natural.

Este tiempo de Adviento lo vivimos, de modo especial, en medio de un proceso sinodal convocado por el Papa Francisco, quien nos pide caminar juntos, reflexionando sobre nuestra forma de vivir y de ser en la comunidad eclesial.

Vivamos esta época buscando la novedad en nuestras vidas, para recibir a Aquél que nos ofrece la vida verdadera y eterna.

En la sede de la Conferencia Episcopal, San José, a los 25 días del mes de noviembre del año del Señor 2022.


X José Manuel Garita Herrera

Obispo de Ciudad Quesada

Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica


X Daniel Francisco Blanco Méndez

Obispo Auxiliar de San José

Secretario General de la Conferencia Episcopal de Costa Rica