(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano
El mundial de fútbol-Qatar 2022- iniciará el próximo 20 de noviembre y durante un mes, la atención de cuatro mil millones de personas estará puesta en ese magno evento deportivo, coincidiendo con gran parte del tiempo litúrgico del Adviento.
Una vez más, y después de un proceso duro y desgastante, la Selección Nacional de Costa Rica forma parte de los equipos seleccionados, un privilegio que, a decir verdad, anima la pasión y la unión de la inmensa mayoría nuestro pueblo.
Por ello, quisiera plantear, desde mi corazón de Pastor y de aficionado al buen futbol, algunas inquietudes que considero oportunas para la reflexión:
Primero, por muy entusiastas que seamos, no perdamos la perspectiva de que estamos ante una fiesta del deporte, y no una guerra o una lucha hegemónica en donde para algunos, incluso la soberanía, la honorabilidad y hasta los valores patrios están en riesgo.
Segundo, junto con su esfuerzo, las selecciones ejemplifican otros valores importantes para la sociedad, en particular, la disciplina, la colaboración, la perseverancia, el control, la fortaleza y también la fe. Todos estos, principios y actitudes son importantes no sólo en el campo de juego, sino también en todos los aspectos de la vida.
En este sentido, para la Copa de Brasil 2014 el Papa Francisco nos enseñaba: "El fútbol puede y debe ser una escuela para la formación de una «cultura del encuentro», que conduzca a la armonía y a la paz entre los pueblos". Qué hermoso pensar, que nuestros seleccionados se conviertan en embajadores de nuestra tierra de paz.
Tercero, la constancia siempre trae resultados positivos, pero incluso en la derrota puede haber una victoria. "Tomen las derrotas con madurez, porque esto los hace crecer, los hace entender que en la vida no todo es dulce, no todo es ganar. A veces se experimenta la derrota. Y cuando un deportista, una deportista, sabe superar la derrota de esta manera, con dignidad, con humanidad, con un gran corazón; esto es un verdadero honor, una verdadera victoria humana"[1]
Un cuarto aspecto es el hecho de que la Copa, fiesta de la fraternidad entre los pueblos, es siempre una esperanza para la humanidad, pues deja al descubierto que el diálogo, el entendimiento y el mutuo enriquecimiento humano, son posibles cuando hay voluntad para construir una sociedad más pacífica y fraterna. Además, el deporte siempre ayuda a poner en contacto a las personas, que, a pesar de proceder de entornos distintos, se unen y luchan por un objetivo común. Aprendiendo las lecciones que nos enseña el deporte, todos seremos ganadores, fortaleciendo los lazos que nos unen.
Quinto: unámonos como la gran familia costarricense apoyando a nuestra Selección Nacional, incluso con nuestra oración, para que estos jóvenes se sientan acompañados y fortalecidos en esta extraordinaria experiencia.
Sexto: Unámonos como familias, que podamos aprovechar estos espacios para que todos los miembros compartan y se diviertan construyendo recuerdos que permanecerán para siempre.
Finalmente, pido al Señor que esta fiesta no se vea empañada por episodios de violencia y enfrentamientos que nada aportan a la sociedad, y que sólo divide a las personas e incluso a la familias que, no pocas veces, experimentan riesgos, miedos, divisiones y peleas por un acontecimiento que, en esencia, debe generar alegrías, encuentros y solidaridad. Tomemos como lema: paz en nuestras familias en este mundial.
Dios bendiga a nuestra Selección Nacional y que sientan, también, la maternal compañía de La Negrita, llévenla en sus corazones.
[1] Papa Francisco, 31 de mayo 2021