El deseo es la brújula para entender dónde me encuentro y dónde estoy yendo, es más, es la brújula para entender si estoy detenido o estoy caminando, una persona que jamás desea, es una persona estática, tal vez enferma, casi muerta, lo dijo el Papa Francisco en la audiencia general de este miércoles, 12 de octubre, continuando con su ciclo de catequesis sobre el discernimiento, en esta ocasión reflexionando sobre ?el deseo? como elemento constitutivo del discernimiento.
El deseo entonces es la brújula para entender dónde me encuentro y dónde estoy yendo, es más, es la brújula para entender si estoy detenido o estoy caminando, una persona que jamás desea, es una persona estática, tal vez enferma, casi muerta.
Para reconocerlo, dijo el Papa Francisco, es necesario estar atentos, ya que, un deseo sincero sabe tocar en profundidad las cuerdas de nuestro ser, por eso no se apaga frente a las dificultades o a los contratiempos. Es como cuando tenemos sed: si no encontramos algo para beber, esto no significa que renunciemos, es más, la búsqueda ocupa cada vez más nuestros pensamientos y nuestras acciones, hasta que estamos dispuestos a hacer cualquier sacrificio para apaciguarlo. Obstáculos y fracasos no sofocan el deseo, al contrario, lo hacen todavía más vivo en nosotros.
A diferencia de las ganas o de la emoción del momento, el Santo Padre precisó que, el deseo dura en el tiempo, un tiempo también largo, y tiende a concretizarse. Si, por ejemplo, un joven desea convertirse en médico, tendrá que emprender un recorrido de estudios y de trabajo que ocupará algunos años de su vida, como consecuencia tendrá que poner límites, decir algún no, en primer lugar, a otros recorridos de estudio, pero también a posibles entretenimientos o distracciones, especialmente en los momentos de estudio más intenso. Pero, el deseo de dar una dirección a su vida y de alcanzar esa meta le consiente superar estas dificultades.
El deseo te hace fuerte, te da valor, te hace ir adelante siempre porque tú quieres llegar a eso: Yo deseo esto.
Jesús nos invita a aclarar el corazón
En efecto, indicó el Papa Francisco, un valor se vuelve bello y más fácilmente realizable cuando es atractivo. Como alguno dijo, «más que ser bueno es importante tener las ganas de serlo». Llama la atención el hecho de que Jesús, antes de realizar un milagro, a menudo pregunta a la persona sobre su deseo: ¿quieres ser sanado? Y a veces esta pregunta parece estar fuera de lugar. Por ejemplo, cuando encuentra al paralítico en la piscina de Betesda, que estaba allí desde hacía muchos años y nunca encontraba el momento adecuado para entrar en el agua. Jesús le pregunta: «¿Quieres curarte» (Jn 5,6). ¿Por qué? En realidad, la respuesta del paralítico revela una serie de resistencias extrañas a la sanación, que no tienen que ver solo con él. La pregunta de Jesús era una invitación a aclarar su corazón, para acoger un posible salto de calidad: no pensar más en sí mismo y en la propia vida de paralítico, transportado por otros. Pero el hombre en la camilla no parecer estar tan convencido.
Dialogando con el Señor, aprendemos a entender qué queremos realmente de nuestra vida.
Fuente: vaticannews.va