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Arzobispo

La Evangelización sembró esperanza

(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano

 


El 12 de octubre se conmemora el "Día de las Culturas", fecha que enaltece el carácter pluricultural y multiétnico del pueblo costarricense.  Por decreto, en esta efeméride ?se recordará, asimismo, el hecho histórico del arribo de Cristóbal Colón al continente americano. Los valores indígenas, europeos, africanos y asiáticos presentes en la composición de la idiosincrasia costarricense se exaltarán en los actos conmemorativos del Día de las Culturas. Se recordarán, en ese día, los lazos históricos y culturales que vinculan a las naciones de Hispanoamérica. Además, se estimulará la recuperación de los citados valores".[1]

En este día deberíamos celebrar la unidad y la paz que caracteriza a nuestra Nación, sin ignorar los desaciertos en este proceso de consolidación. Sin embargo, algunos sectores prefieren enfocarse, aún hoy, hacia un antagonismo social que promueve la descalificación total del periodo de la conquista y la colonia tachándola hasta de inmoral, reprobable, violenta y opresiva.  

Desde ese marco de referencia se interpreta, también la evangelización, como una imposición cultural y religiosa, adoptando un enfoque oscuro en donde solo predominaban los intereses particulares de la Corona- supuestamente compartidos y promovidos servilmente por la Iglesia- ignorando los grados y alcances de los compromisos misioneros y las repercusiones positivas que alcanzaron.

Obviamente, estas apuestas al rechazo del Evangelio han encontrado un terreno abonado por las ideologías de turno y, como decía Benedicto XVI, estas ?formas sofisticadas de hostilidad contra la religión, que se presentan en los países occidentales?[2] no dan tregua, antes bien se esfuerzan por imponer una narrativa basada en el rencor y la animadversión que poco contribuye al diálogo sincero. Se deja de lado la objetividad como elemento fundamental de análisis.

Lo cierto es que la llegada del Evangelio a nuestras tierras cubre un amplio espectro que trasciende hasta nuestros días, gracias a los valores que fueron sembrados y siguen dando fruto: "El don de la tradición católica es un cimiento fundamental de identidad, originalidad y unidad de América Latina y El Caribe: una realidad histórico-cultural, marcada por el Evangelio de Cristo, realidad en la que abunda el pecado ?descuido de Dios, conductas viciosas, opresión, violencia, ingratitudes y miserias", pero donde sobreabunda la gracia de la victoria pascual. [3]

En efecto, "la fe en Dios ha animado la vida y la cultura de estos pueblos durante más de cinco siglos. Del encuentro de esa fe con las etnias originarias ha nacido la rica cultura cristiana de este continente expresada en el arte, la música, la literatura y, sobre todo, en las tradiciones religiosas y en la idiosincrasia de sus gentes, unidas por una misma historia y un mismo credo, y formando una gran sintonía en la diversidad de culturas y de lenguas".[4]

Cristo no es ajeno a cultura alguna ni a ninguna persona; Él ha unido a la humanidad y nos enseña a valorar las riquezas de las diferencias

La sabiduría de los pueblos originarios los llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus culturas y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha nacido la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos: el amor a Cristo sufriente, el Dios de la compasión, del perdón y de la reconciliación; el Dios que nos ha amado hasta entregarse por nosotros; el amor al Señor presente en la Eucaristía, el Dios encarnado, muerto y resucitado para ser Pan de vida; el Dios cercano a los pobres y a los que sufren; la profunda devoción a la Santísima Virgen, entre otros.

Lo cierto es que, el momento histórico que vivimos, requiere de  un renovarse y revitalizarse en Cristo, para que surjan nuevos caminos y proyectos pastorales creativos, que fecunden de esperanza nuestra realidad y así vivir gozosamente la fe e irradiarla  en nuestro tiempo.

Tenemos la hermosa tarea de continuar evangelizando, de invitar a todos a estar profundamente enraizados en Cristo. Que todos los hijos de la Iglesia seamos fermento de unidad en nuestro pueblo.

 


[1] Cf. Ley N° 7426 el 23 de agosto de 1994.

[2]  Jornada de la paz de 2011,

[3] Documento Aparecida, n.8

[4] Benedicto XVI, discurso de Inauguración, V Conferencia de Aparecida,