Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano
Setiembre nos permite profundizar en el sentido más auténtico del proyecto "Patria" que ya, por más de 200 años, venimos desarrollando gracias a la tenacidad de hombres y mujeres que, día a día, con su trabajo e ilusiones, han participado en la construcción de este objetivo común.
En efecto, la patria se ha tejido con los hilos de la esperanza, de los valores espirituales, de los logros que antes fueron sueños, de aspiraciones que siguen firmes y que generan en cada uno de nosotros un sentido de pertenencia e identidad. "La expresión «patria» se relaciona con el concepto y la realidad de «padre» (pater). La patria es en cierto modo lo mismo que el patrimonio, es decir, el conjunto de bienes que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados". [1]
De ellos recibimos la firmeza y convicción por vivir los valores de la unidad, libertad y la independencia que hoy, los verdaderos patriotas, debemos retomar en aras de ofrecer a las futuras generaciones un futuro prometedor pues el amor a la patria nos asocia por encima del tiempo y el espacio. Como nos recuerda el Papa Francisco, "el Amor a la patria es un amor a la Madre. La llamamos madre patria porque aquí nacimos, pero ella misma, como toda madre, nos enseña a caminar y se nos entrega para que la hagamos sobrevivir a otras generaciones".[2]
La patria es un bien común de todos los ciudadanos y, como tal, también un gran deber que debe unirnos por encima de cualquier diferencia ideológica, política o económica. Costa Rica se afianza en los valores la unidad de los valores que la fundaron.
El mismo Señor al refutar a los fariseos su terquedad, afirma: "Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir."[3] Venimos saliendo de un largo proceso electoral en el que no faltaron voces promotoras de división y confusión. Aún hoy, meses después, percibimos el empeño de algunos sectores por sembrar la discordia y la polarización entre los ciudadanos en lugar de fomentar iniciativas que conduzcan a la fraternidad y a la solidaridad pues, sólo juntos, podremos construir una sociedad más justa y solidaria, que considero es la aspiración de la mayoría.
Costa Rica es también una Nación libre y soberana en la que, sin duda alguna, es la ley la que determina y ratifica las libertades, los derechos y las garantías de sus habitantes y, justo por esta constatación, debemos ser firmes ante toda intención o hecho que pretenda vulnerar o desafiar nuestro estado de derecho. Desde esta perspectiva, defendamos la igualdad ante la ley como principio jurídico que reconoce que todas las personas deben ser tratadas de igual forma por la ley y no con privilegios ni prejuicios que deriven en injusticias como la exclusión e invisibilización de sectores y poblaciones en contraste con la sobreprotección de otros grupos. Cuán importante es también interpretar y aplicar objetivamente la ley.
¿Cómo hablar de una Nación libre si desde sectores de influencia política, mediática y/o económica se atropellan las libertades individuales básicas como la libertad de opinión, de expresión, de circulación, de pensamiento, de consciencia, de religión y el derecho a la vida privada? Las imposiciones ideológicas, la dominación y el sometimiento hoy se legitiman con el argumento del progreso.
Finalmente, nos preciamos de una vida independiente bicentenaria, pero sería oportuno cuestionarnos, si seguimos respondiendo servilmente a lineamientos ideológicos que con sus dogmas y contenidos doctrinarios, configuran la expresión e imposición de verdaderos credos políticos. Otro tanto podríamos plantear en el campo económico donde es el capital transnacional y los organismos financieros globales los que rigen, en gran medida, nuestra estabilidad.
Ante estas situaciones, los costarricenses debemos celebrar la independencia como una tarea en construcción, que nos da la oportunidad para fomentar entre nosotros la justicia, el respeto y la solidaridad como actitudes que nos encaminen a afianzar una vida independiente, prospera y libre. Como cristianoy como pastor, no puedo dejar de señar que la verdadera libertad nos la regaló Cristo desde lo alto de la cruz.
"Vivan siempre el trabajo y la paz"