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Obispo Auxiliar

"Hacer amigos con las riquezas"

Mons. Daniel Blanco; Domingo XXV del Tiempo Ordinario


Después de haber reflexionado, el domingo anterior, sobre la misericordia de Dios, que es revelado por Jesucristo como un Padre que nos ama y nos perdona, la palabra de Dios de este domingo nos invita a cuestionarnos y, por tanto, a hacer examen de conciencia sobre cómo respondemos, cada uno de nosotros, a ese amor de Dios.

El profeta Amós habla al pueblo elegido con una franqueza extraordinaria.  Dice el profeta que el pueblo se ha olvidado del amor con que Dios los eligió, los sacó de la esclavitud en Egipto y los llevó a una tierra que mana leche y miel, la Tierra Prometida.

Esa tierra les ha dado riqueza, pero aquellos a quienes Dios les había encomendado el cuidado del pueblo y que debían hacerlo, al modo de este padre misericordioso, se olvidaron de eso y lo que hicieron fue acumular riquezas, en lugar de distribuirla, provocando la pobreza de muchos, incluso, dice el profeta, que se han aprovechado de los pobres para acumular cada vez más.

El profeta advierte que esta forma de actuar, traerá consecuencias al pueblo elegido, el cual, poco tiempo después, como fruto de este comportamiento, deberá ir al exilio a Babilonia.

El texto del evangelio, presenta a Jesús dando una enseñanza a partir de una parábola conocida como del administrador injusto.  Recibe este nombre, porque este administrador se ha aprovechado de su puesto para enriquecerse ilícitamente.

Cuando el administrador es descubierto y despedido, hace una última jugarreta:  baja el monto a pagar de los deudores de su jefe para asegurarse que tendrá quién lo ayude una vez esté desempleado.

Jesús, desea dejar dos enseñanzas a partir de esta parábola:

·            La primera enseñanza, de la mano de la primera lectura, consiste en advertirnos que obtener bienes de forma injusta nunca hará bien al ser humano, ya que provoca egoísmo y deseo incontrolable de riquezas temporales, que nunca darán la verdadera felicidad y harán daño al hermano más necesitado.  Al respecto nos enseña el papa Benedicto XVI: «La doctrina social católica ha sostenido siempre que la distribución equitativa de los bienes es prioritaria [?] cuando predomina la lógica del compartir y de la solidaridad, es posible corregir la ruta y orientarla hacia un desarrollo equitativo y sostenible» (2007).

·            Segundo, Jesús llama la atención a sus seguidores, sobre una situación particular:  aquellos que hacen cosas equivocadas, parecen ser más astutos que los hijos de le luz.  Y por tanto hace un llamado a que se busque hacer el bien, ayudar al hermano y anunciar la palabra, con la misma astucia y el mismo entusiasmo que actúan los que Jesús llama hijos de las tinieblas, para que de esta manera, por nuestro medio, provoquemos que muchos hagan experiencia de la misericordia del Padre.  El papa Francisco nos enseña a la luz de esta parábola que «La riqueza puede empujar a la gente a construir muros, crear divisiones y discriminación.  Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a invertir el curso:  "Hacer amigos con las riquezas".  Es una invitación a saber transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que poseen» (2019).

En la oración colecta, hemos pedido, cumplir el mandamiento del amor, que es plenitud de toda la escritura.  Esta sería la respuesta de cada ser humano que ha hecho experiencia de la misericordia del Padre.

Por tanto, pidamos que el Señor nos dé esta gracia y que respondamos al amor compasivo del padre de estas dos maneras:  dejando de lado nuestros intereses mezquinos que crean desigualdad y de este modo ser más cercanos al hermano que sufre, logrando una mayor equidad entre todos los seres humanos.  Y buscando, con astucia, los modos de anunciar esta verdad del evangelio, para que todos los seres humanos conozcan la bondad absoluta de Dios, el Padre misericordioso revelado por Jesucristo.