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Arzobispo

Por una vida digna para nuestros niños

Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo metropolitano (VIDEO)

El 9 de setiembre celebraremos en Costa Rica el Día del niño por ello, quisiera motivar desde ya a todas las familias a hacer de este acontecimiento una verdadera fiesta familiar. Agradezcan al Señor la vida, la alegría y la esperanza que nos regala en cada uno de estos, los predilectos de su amor y que esta fecha anime la unidad de todos los miembros en torno a los  pequeños de la casa para que sientan, con palabras y gestos, el amor, el cuidado y la protección que sólo genera la familia. 
Valga también, esta motivación para los diversos centros de estudio, pues imagino que, después de dos años en los que ha prevalecido la educación bajo la modalidad virtual, tanto alumnos como docentes, tendrán la oportunidad de divertirse en  ambiente festivo que comúnmente propicia esta fecha. 
Celebremos a los niños pues en ellos se cifra el futuro de nuestra Nación y a todos, pero especialmente a sus papás, concierne la tarea de favorecer su crecimiento, su salud, educación y su estabilidad. Por este motivo, hago un vehemente llamado a retomar, en esencia, el sentido de esta celebración que responde, ante todo, a una orientación de la Asamblea General de las Naciones Unidas, encaminada a promover los derechos fundamentales de los niños y niñas, colocando a la infancia como centro de interés de toda política social. 
En efecto, los niños ?tienen el derecho a crecer en una familia, con un padre y una madre, capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y su maduración afectiva?. 
Ellos, además, tienen derecho a una vida digna en la que la condición económica no comprometa ni condicione sus oportunidades hacia el futuro. Cuando la pobreza afecta a una familia, los niños son las víctimas más vulnerables: casi la mitad de quienes viven en la pobreza absoluta son niños. Considerar la pobreza poniéndose de parte de los niños impulsa a estimar como prioritarios los objetivos que los conciernen más directamente. 
En esta misma perspectiva recordemos que los niños tienen derecho a una vivienda digna y adecuada a su condición, por eso la necesidad de trabajar por una política pública de vivienda inclusiva. 
 Igualmente es imperativo el reconocimiento del derecho a la salud de nuestros niños: Defender el derecho a la vida y a la integridad física significa (...) proteger el derecho a la salud de la persona y de su familia. Hoy en día, este derecho tiene implicaciones que van más allá de las intenciones originales de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que pretendía afirmar el derecho de toda persona a disponer de la atención médica y los servicios sociales necesarios. Es importante aunar esfuerzos para que se puedan adoptar políticas que aseguren, a precios asequibles, el suministro de medicamentos esenciales para la supervivencia de los más necesitados, sin descuidar la investigación y el desarrollo de tratamientos que, aunque no sean económicamente relevantes para el mercado, son cruciales para salvar vidas.
Ciertamente, enfrentamos una grave crisis económica, pero, es justamente por esto que se necesitan acciones concretas para erradicar el hambre en nuestro pueblo y, especialmente, en los niños que sufren por falta de alimento. 
Resulta redundante plantear el tema del apagón educativo que afecta a los niños y jóvenes en Costa Rica. No obstante, esta situacion nos da la oportunidad de retomar el sendero para colocar en el centro de todo proceso educativo a la persona, su valor, su dignidad y de escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona.
Reconozco los esfuerzos que realizan las instituciones orientadas a la promoción y calidad de vida de los niños como lo son el Ministerio de Educación Pública y el Patronato Nacional de la Infancia, pero, igualmente, les insto a seguir trabajando en torno a la importancia de asegurar políticas que fortalezcan la condición de los niños con la certeza de que estas acciones devuelven la esperanza a la sociedad. 
Ruego al Señor, que fue niño y experimentó la fragilidad, que bendiga a todos los niños, que despierte las conciencias adormecidas y que convierta los corazones de piedra para que nunca falte a ningún niño amor y cuidados. ¡Que el Señor bendiga a todos los niños y los proteja del maligno!.