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¿Te cuesta Rezar?

4 consejos que te ayudarán

Jesús les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. (Lucas 18, 1).

Lo sé, alguna vez me ha escrito un lector diciéndome que le cuesta rezar. ¿Te pasa a ti? Es más común de lo que piensas. A muchos hoy en día les cuesta rezar y apenas se acuerdan de Dios. 

El mundo sale a su encuentro, se llenan de obligaciones, tareas cotidianas, trabajos en la oficina y cuando llegan a casa por la noche, después de una larga travesía en  auto o transporte público,  se encuentran tan cansados que sólo les apetece cenar y dormir. Me lo han dicho: «Estoy muy cansado para rezar, al final del día».

Hay un motivo oculto, al que no le han prestado atención y es muy delicado. Tienes, aunque no lo quieras, al enemigo de tu alma, detrás de ella. Se aprovecha de tu cansancio: «Qué cansado estás, mejor olvida la oración, qué molestia, te espera la cama con un colchón suave, para una noche de descanso reparador».

Amable lector, al menos reza tus 3 avemarías antes de dormir. Esa hermosa devoción es muy sencilla de practicar. «Consiste en rezar tres veces el Avemaría a la Santísima Virgen, Madre de Dios y Señora nuestra, bien para honrarla y para pedir su intercesión ante Dios por una Gracia o favor».

Me ha pasado que estoy agotado y me acuesto a dormir y, seguro es mi Ángel de la Guarda? me recuerda «Vamos Claudio, no has rezado tus tres Avemarías«. Y las rezo con profundo amor a nuestra Madre celestial, antes de cerrar los ojos y dormirme.

El demonio quiere arrebatarte una maravillosa eternidad al lado de Dios. Su motivo ese sencillo: «Te odia». Y muchos se dejan, por desconocimiento, aferrados a las cosas pasajeras de este mundo.

La clave para orar

Muchos abandonan la oración al cabo de un tiempo porque sienten que Dios no los escucha. Creen ya no vale la pena perseverar ni merecen los favores de Dios.  Es más común de lo que piensas y lo oigo con frecuencia: Dios no me escucha, me ha abandonado.

¿Es que no lo saben? La clave de la oración es la perseverancia, rezar con fe, a pesar de todo lo que ocurra a tu alrededor.

Mi insistencia en que leas la Biblia, reflexiones en su lectura cotidiana tiene un propósito muy sencillo. En la Biblia encontrarás la mayoría de las respuestas a tus inquietudes, además de miles de promesas de Dios para ti, y todas se cumplen. 

Las Sagradas Escrituras te enseñan muchas cosas asombrosas. En el tema de la oración te explica claramente cómo debes rezar para obtener de Dios lo que tanto le pides y necesitas. Busca tu Biblia, ábrela en el Evangelio de san Marcos, 8 y lee: «Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis«.

Hay un ciclo natural para la oración que perdemos al descuidarla. 

¿Qué hacer para remediarlo?

1.Lee el Evangelio. Debes conocer más a Jesús. No puedes amar lo que no conoces. Al amarlo querrás estar más tiempo con él, en su maravillosa compañía, en una oración continua y contemplativa.

2.Crea en ti el hábito de la oración fervorosa y cotidiana, reserva tiempos de calidad para la oración. Esto lo consigues siendo persistente, amando a Dios, pues si lo amas, nada te agradará más que pasar orando, hablando con Él.

3.Ten un lugar apacible y silencioso en tu casa donde puedas orar con tranquilidad. No olvides aquel maravilloso consejo de Jesús cuando los apóstoles le preguntaron cómo orar. Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará.

4.Visita a Jesús en el Sagrario, hazle compañía, y ora con Él. Es el mejor de los amigos y seguro le encantará tu visita que le propongas: ¿Rezamos juntos Señor? A mi me encanta rezar ante el Sagrario, sabiendo que Jesús me ve y me oye.

Al final, lo importante es saber ante quién estamos cuando rezamos. Comprenderás la importancia de la oración en ese momento.

 


Autor: Claudio De Castro


Fuente: aleteia.org