(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo metropolitano
Una vez más, los fieles católicos de Costa Rica, con múltiples expresiones de fe, hemos volcado nuestra mirada ferviente a la Santísima Virgen María, a quien invocamos como Nuestra Señora de los Ángeles, la Negrita, pues en ella, que es Madre, encontramos consuelo en la tribulación, luz en medio de la oscuridad, alivio y esperanza en el dolor.
María fue, como nosotros, una fiel creyente durante toda su vida y esa fe es, aún más constatable al pie de la Cruz, allí donde su Hijo le confía la maternidad de la Iglesia en la persona del discípulo amado: "Mujer, he ahí a tu hijo" (Cf, Jn 19, 26-27), y la Virgen acoge en silencio esta encomienda como un eco de su ?sí? en la Anunciación.
María no recibió un nuevo título, sino una nueva misión que diligentemente ha puesto en práctica con todos nosotros, sus hijos.
Jesús nos anima a acoger a María como a nuestra madre y a amarla como él la amó, por ello a la invitación "He ahí a tu madre", los fieles respondemos como verdaderos hijos que aman y confían en su mamá. María atrae a sus hijos con inmensa ternura y estos, movidos por el amor y la confianza, vencen cualquier obstáculo para hallar refugio y paz en los brazos de la Madre.
En este sentido, y aunque no es de extrañar en un pueblo creyente como el nuestro, me he sentido conmovido con los miles de romeros que, venidos de zonas distantes, pasando días de verdadero sacrificio, durmiendo a la intemperie, con sus cuerpos maltrechos y algunos hasta con sus pies llagados, caminan llenos de ilusión hacia la casa materna, reconociendo la extraordinaria misión que el Señor encomendó a su Madre al hacerla madre nuestra también.
Asimismo, he podido dar seguimiento a la extraordinaria cobertura realizada por los medios de comunicación en general, a quienes sinceramente agradezco, y en las que, a partir de hermosos testimonios de vida, se pone de manifiesto la seguridad de los creyentes en la intercesión de María ante el Señor quien, como en las bodas de Caná (Cf. Juan 2,11), apela a la misericordia del propio Jesús cuando, digiriéndose a los criados les dice: "haced lo que él os diga". Nuestra Madre pide por aquellos que no tienen nada que ofrecer, con la certeza de que su Hijo brinda auxilio a todos.
Todas estas expresiones de amor filial y devoción profunda hacia la Madre de Dios, revisten una actualidad y una vital importancia después de dos años en los que, por la pandemia del Covid19, no pudimos participar de la Romería o de los diversos actos de culto y, más aún, luego de una orquestada campaña antirreligiosa desarrollada en los últimos años, incluso desde las instancias públicas donde se promovió un laicismo radical e intolerante con nuestras creencias y convicciones.
Sin embargo, el itinerario espiritual del pueblo católico continúa firme en el Señor, sabemos que es Él quien sigue dándonos las fuerzas que necesitamos para enfrentar el día a día, estamos seguros de que Él camina con nosotros, que es nuestro amparo, y atiende y conoce nuestras necesidades, de allí nuestro empeño inclaudicable por buscarla y amarla, y manifestarlo sin temor alguno.
Somos realistas y reconocemos que tanto el covid19 como la grave crisis económica ha golpeado a muchas familias, pero, y visto está, el pueblo de Dios espera y confía en la intercesión maternal de María, su vida y sus palabras para con nosotros no oscurece ni disminuye nuestra fe en su Hijo, antes bien sirve para demostrar su poder y, lejos de impedir la unión inmediata de los creyentes con Cristo, la fomenta.?[1]
¡Señora de los Ángeles¡ Humilde esclava del Señor, enséñanos a seguir a tu Hijo creyendo y esperando como tu lo hacías. Recibe las súplicas de este pueblo que se ha volcado dando verdaderas expresiones de fe, y preséntalas a tu Hijo, para que siempre brote de nuestros corazones una esperanza sólida y un compromiso firme con quienes más necesitan.