Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano (VIDEO)
Este 15 de mayo celebraremos la fiesta de San Isidro Labrador, patrono de los agricultores y de numerosos pueblos con profunda tradición agrícola. Descubrimos en él, a ese creyente escondido que desde la humildad y el silencio, responde al amor que Dios le ha manifestado. Arraigado en la Eucaristía como alimento fundamental de su fe, lo arriesga todo con tal de hacer de su vida de trabajo y familiar, un espacio para proclamar con su testimonio a Jesucristo Resucitado.
No por casualidad es el santo Patrono de muchas comunidades parroquiales, donde se le celebra con gran alegría e identificación con esa santidad cercana y alegre. Un campesino, laico, que vive gozosamente su fe en su trabajo sencillo, labrando la tierra como don de Dios.
En Costa Rica, y no por azar, se conmemora, desde 1968, el día de la persona agricultora para generar conciencia cívica sobre el duro y comprometido trabajo que realizan más de 280.000 hombres y mujeres en nuestros campos y que ha dado sustento, desde sus orígenes, a nuestra nación.
Como Iglesia, entendemos que, junto a la cuestión obrera, los problemas de la agricultura son referentes claros en nuestra Doctrina Social y, por ende, en la búsqueda del bien común. ?El trabajo agrícola merece una especial atención, debido a la función social, cultural y económica que desempeña a los numerosos problemas que debe afrontar en el contexto de una economía cada vez más globalizada, y a su importancia creciente en la salvaguardia del ambiente natural.[1]
En el plano nacional, esta fecha nos exige poner la mirada en el arduo trabajo de quienes se dedican a la actividad agrícola y que constituyen un sector social determinante al representar nuestros más nobles principios y valores. Lamentablemente, y muy a nuestro pesar, los agricultores siguen siendo relegados, y no pocas veces caricaturizados, en nuestra sociedad.
Costa Rica está en deuda con los agricultores. Nuestro agro produce el 70% de la canasta básica alimentaria; si en estos meses de pandemia no ha fallado la disponibilidad de alimentos en Costa Rica, ha sido por el trabajo tenaz, y a menudo no reconocido como se debe, de nuestros agricultores y agricultoras.[2]
Una especial consideración merece el pequeño y el mediano agricultor que buscan las formas para subsistir, pero siguen siendo víctimas de las condiciones que impone el mercado, ahora agudizadas con la crisis de los contenedores que, habiéndose iniciado desde marzo del 2020, al día de hoy ha disparado los precios de los fertilizantes en el país hasta en un 186%, poniendo en riesgo la producción agrícola y, en consecuencia, la seguridad alimentaria.
La falta de capital y de capacidad para invertir en tecnología de manera individual, además del complicado y limitado sistema de crédito al sector agrario, atentan contra el desarrollo del agro condenando a nuestros agricultores a enfrentar una dura realidad, y no pocas veces, la pobreza y la exclusión, en general.
A una semana de haber asumido las riendas del país, hacemos un llamado a nuestras autoridades políticas a poner todo su esfuerzo, para el diagnóstico actualizado del sector agropecuario y contar con insumos realistas para el diseño, ejecución y evaluación de políticas y acciones estratégicas. No es suficiente con paliar la crisis de este importante sector, sino que se debe incentivar un planeamiento efectivo que conduzca a un modelo de desarrollo agropecuario más justo.
Con el Papa Francisco me acerco con oración y afecto al mundo rural, especialmente a los pequeños agricultores porque su trabajo es más importante que nunca en esta época de crisis.[3]
Mi saludo a los agricultores en su día y pido a Dios que, como sociedad logremos reconocer, valorar y respetar a este sector fundamental.