Mons. Daniel Blanco, IV Domingo de Pascua
Seguimos celebrando con alegría, en este tiempo de Pascua, la conmemoración de la resurrección de Cristo, es decir del triunfo del Señor sobre el pecado y sobre la muerte.
Y como cada año, durante el IV Domingo de la Pascua, este día se ha proclamado un fragmento del capítulo X del Evangelio de San Juan, en el cual Jesús se presenta a sí mismo como Buen Pastor.
Por esta razón, este día se conoce como el Domingo del Buen Pastor y se realiza también la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, en la que pedimos al Señor que suscite sacerdotes que sean modelos de Cristo Buen Pastor.
Este año escuchamos la última parte de este discurso. Y en esos pocos versículos, Jesús indica que Él es Buen Pastor porque conoce a sus ovejas y sus ovejas lo siguen y además, es Buen Pastor, porque Él dará la vida eterna a su rebaño.
Con respecto al verbo conocer, utilizado por Jesús en este discurso, el Papa Francisco dice «Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor entre Él y el Padre» (Regina C?li, 22.04.2018).
Por tanto, es posible afirmar que Cristo es Buen Pastor porque ese conocimiento, signo de su ternura y predilección, es reflejo de su amor por su rebaño, y este amor es tan grande, que al afirmar también que dará a este rebaño la vida eterna, está anunciando la entrega de su propia vida en la cruz, acción que precisamente ha dado la salvación y la eternidad a todo el género humano.
Porque, como nos ha recordado el libro del Apocalipsis en la segunda lectura, la muchedumbre incontable, de todas razas, naciones y lenguas está delante del trono de Dios y por tanto entra a participar de la misma vida de Dios, justamente porque ha lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero Inmolado y, este mismo pasaje de la Escritura, anunciará, clara y hermosamente, que este Cordero será el pastor que conducirá, a esta muchedumbre, a las fuentes del agua de la vida y al lugar donde Dios enjugará sus ojos de toda lágrima.
Saberse amado por Dios, de esta forma tan radical, permite al rebaño fiarse totalmente de su Pastor y por tanto, seguirlo. Ésta es, precisamente, la segunda afirmación de Jesús: sus ovejas lo siguen.
Y seguir a Cristo, implica por tanto, tener ese convencimiento de saberse amado y salvado por el Buen Pastor. Convicción que no se esconde o disimula, al contrario, saberse amado y redimido, lleva a un gozo tal, que se anuncia y se comparte, aunque existan dificultades.
De esto dan ejemplo Pablo y Bernabé, como lo narraba la primera lectura, porque convencidos de la verdad de la salvación, realizan su primer viaje apostólico, anunciando a Jesucristo y su salvación, precisamente a esa muchedumbre inmensa que recordaba el apocalipsis, es decir, la predicación de Pablo y Bernabé se da en medio de pueblos, considerados paganos, porque, ellos tienen claro, que Cristo, el Señor, ha hecho de toda la humanidad, un único rebaño, sin distinciones de ningún tipo.
Esa predicación, conlleva para Pablo y Bernabé, distintas dificultades. La lectura narra su expulsión de Antioquía y las injurias que se levantaron contra ellos. Pero esta situación, humanamente difícil, es signo de la configuración de los apóstoles con Cristo Buen Pastor, ellos y sus sucesores, deben anunciar el evangelio y ser cercanos al rebaño, del mismo modo que lo ha hecho Jesucristo, conscientes de que el Padre, sacará bendición de las situaciones difíciles que se van presentando, tal como hizo con la cruz de su Unigénito, de la cual sacó redención para toda la humanidad.
Ejemplo de esto, es que la persecución en contra de Pablo y Bernabé será motivo, para seguir llevando el mensaje de Cristo a todas las latitudes y que la verdad del evangelio sea conocida hasta los confines del mundo, porque el que resucitó a Jesús de entre los muertos, hace que todo sirva para el bien de aquellos que lo aman.
Por eso, es que este domingo del Buen Pastor, pedimos que quienes hemos sido llamados a servir como pastores en la Iglesia, lo hagamos configurándonos con Cristo Pastor, así como lo hicieron los primeros apóstoles, para que conozcamos, como Cristo, al rebaño, es decir para que amemos con predilección y ternura al rebaño encomendado y para que con fidelidad, anunciemos la verdad del evangelio, aún en medio de las dificultades y las persecuciones, convencidos de que la misma fuerza del Espíritu que levantó a Jesús del sepulcro, es la que hará dar fruto a nuestro humilde trabajo.
Que el Señor, envíe muchos pastores santos para que, en su nombre, como hemos pedido en la oración colecta, guíen al rebaño a gozar de las alegrías celestiales donde nos precedió nuestro glorioso Pastor.