Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano
Costa Rica escribirá una nueva página de su historia a partir del próximo domingo 8 de mayo. Unidos en acción de gracias al Señor, mediante el solemne ?Te Deum? que tendrá lugar, nuevamente en el Traspaso de Poderes por la jornada democrática vivida, a su vez reconocemos que Él es quien en su infinito poder conduce nuestra historia.
Como pastor del Pueblo de Dios, invito a todos los creyentes a elevar sus súplicas al Señor para que fortalezca a las nuevas autoridades políticas, en el desempeño de sus responsabilidades al servicio de una Patria que demanda unidad, prosperidad y una fuerte cohesión social. Es hora de deponer las banderías meramente ideológicas y las visiones partidistas, para privilegiar la convivencia nacional y construir una sociedad más fraterna, más justa, más equitativa y más cristiana.
Que este sea un tiempo para llevar a la práctica "una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas". [1] Por ello, esta nueva etapa de nuestra historia democrática amerita que todos los actores políticos y sociales, asumamos el diálogo y el compromiso conjunto para avanzar hacia una institucionalidad más fortalecida, en la que dejando de lado la desconfianza, los prejuicios e intereses ideológicos, logremos la empatía, la escucha y el respeto mutuo.
Sobre las espaldas del futuro Gobierno y de nuestros legisladores pesará la confianza de un pueblo noble y trabajador que quiere avanzar por la senda de un verdadero desarrollo humano integral, es decir, que abarque todas las dimensiones del ser humano y en el que nadie quede rezagado y, mucho menos, excluido.
Como lo he manifestado en distintas ocasiones, la tarea debemos sacarla juntos: los distintos sectores productivos, empleadores y actores sociales: los sindicalistas, cooperativistas, empresarios, solidaristas, agricultores, asociaciones de desarrollo, colegios profesionales e integrantes de la Mesa Patriótica "unidos por la vida", que se ha constituido en una plataforma de diálogo social en procura de una Costa Rica solidaria, más justa y en búsqueda del bien común.
Sin embargo, serán las autoridades políticas las que, por voluntad del Soberano, deban responder a los problemas más urgentes del país, procurando con sus decisiones la generación de empleo; la búsqueda de mecanismos legales para combatir el narcotráfico y evitar la corrupción en la gestión pública; el esmero por resolver el rezago educativo; la reactivación del sector agropecuario, la atención a las secuelas de la pandemia por el COVID-19, entre otros retos, que fortalezcan el bien de todos.
En el actual contexto, apelamos a que las políticas económicas no favorezcan a unos pocos, profundizando las desigualdades entre los costarricenses, antes bien, la justa distribución de los bienes es una exigencia que grava la conciencia, no podemos permitir que se debilite nuestro estado social de derecho. Recordamos que la mejor política económica es la que tiene rostro humano, que genera trabajo y trae paz social fruto de la justicia.
La justicia verdadera es aquella capaz de «dar a cada uno lo suyo, siguiendo la definición clásica de justicia, significa que ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales?.[2]
Me permito manifestar a las nuevas autoridades que hay amplios sectores poblacionales sobre los que urge volcar la mirada, reconocer y otorgar los verdaderos derechos de grandes sectores indefensos, víctimas del olvido de quienes ejercen poder.
Les invito hermanos a que invoquemos la intercesión de San José Obrero, hombre justo y trabajador, para que podamos encontrar los caminos adecuados para un diálogo efectivo y patriótico, que nos permita resolver los principales problemas que arrastra el país, y que la presencia del Señor Resucitado nos fortalezca como comunidad de fe, para continuar construyendo la cultura de la vida, la cultura de acogida, la cultura del encuentro, tan necesarias en nuestro tiempo.
"Vivan siempre el trabajo y la paz"