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Iglesia

Celebración San José Obrero

Mons. José Rafael Quirós Quirós Arzobispo Metropolitano de San José, 1º de mayo del 2022

 

Nos convoca Dios Padre y Creador de todo, en la Fiesta de San José Obrero, y en verdad, qué alegría  estar los hermanos unidos en la celebración de la fe y la esperanza en nuestro caminar histórico. 

En mi segunda Carta Pastoral "Jesucristo Señor de nuestra historia? destaco la manera impactante en que terminó el diálogo de María con el Arcángel Gabriel: "¡hágase en mí según tu palabra!,  en correspondencia con lo expresado por María, encontramos en el relato de san Mateo, que: "despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado" (Mt 1,24). Se trata de la respuesta que dio José, al impactante momento en que recibe el anuncio que le hace el mismo Dios.

Hermanas y hermanos, nuestros tiempos demandan creyentes al estilo de San José, que hablen con sus acciones, la fe se demuestra actuando de manera coherente. En consecuencia para todo creyente, el humilde carpintero, padre y esposo, sigue siendo ejemplo de virtudes, hombre justo, fiel y prudente servidor de la voluntad de Dios. Realizó su proyecto de vida, personal y familiar, apegado siempre a la voluntad de Dios, tarea nada fácil para aquel que amó a Jesús con corazón de padre. Lo mismo ha de suceder para todo discípulo misionero que debe obedecer a Dios antes que a los hombres (cfr. Hch. 5, 29). 

Lo hemos escuchado en la primera lectura proclamada, cuando los apóstoles tuvieron que enfrentar la intolerancia del sumo sacerdote que los reprendió por anunciar a Jesucristo. Aquellos testigos de Jesús, supieron responder de palabra con sabiduría y valentía, y soportando los azotes aplicados por los miembros del Sanedrín, hablaron de su fe y amor al Señor Resucitado.

Los distintos encuentros que ellos tuvieron con el Resucitado, les permiten enfrentar las adversidades y cumplir con el mandato, ?Id por el mundo entero y predicad la Buena Nueva?. De ninguna manera podían traicionar el llamado y misión encomendados, debían confiar plena y únicamente en quien entregó su vida voluntariamente por la salvación del mundo entero. Hoy es a nosotros  a quienes toca responder con fortaleza y valentía, obedecemos únicamente al Señor, porque nos urge llenar a Costa Rica, de su mensaje del auténtico amor que libera y salva. Esto pude incomodar a algunos, y lo hemos visto y sentido en los últimos años desde distintos sectores y acciones políticas, pero, tenemos claridad hacia dónde nos conduce el Señor y cuál es la misión que la Iglesia debe cumplir. 

Fue el amor sincero y decidido profesado por Pedro junto al lago de Tiberíades, el que también le fortaleció para con valentía predicar la única Verdad a la que debe atender todo ser humano. Su triple confesión de amor al Señor, no es casualidad. Con la entereza con que respondió verbalmente, es que a lo largo de su vida lo da todo por el Evangelio. Ojalá que por nuestro encuentro personal con Cristo, continuemos decididamente trabajando por su Reino, animo a todos los presentes y de manera particular  a  ustedes fieles laicos comprometidos  en las parroquias, para que continúen contribuyendo en la construcción Reino de Dios, que es alegría, esperanza, paz, armonía, respeto por la dignidad y vida de toda persona desde la concepción hasta su muerte natural. De igual forma contribuir a la promoción humana integral y solidaria, a semejanza del Buen Samaritano.

Que el Resucitado se apareciera donde estaban los apóstoles trabajando no es casualidad, con ello se nos dice que también nosotros gozamos de su presencia amorosa en nuestro caminar en las tareas cotidianas, y así indicarnos hacia dónde echar la red y  obtener una pesca abundante. La certeza de su presencia fortalece nuestra esperanza, en estos momentos cuando muchos costarricenses se aprestan a asumir responsabilidades de servicio, deseosos de construir el bien común. Pienso en el Señor Presidente Electo y todo su equipo de gobierno, por quienes pido a Dios les llene de mucha sabiduría y fortaleza. Pienso también en las señoras y señores diputados que hoy asumen funciones, con algunos de los cuales compartí el miércoles pasado.  Me satisfizo escuchar su preocupación por la población menor de edad que viven en cuarterías y en situación de pobreza,  con la consecuente vulnerabilidad; la miseria de muchos habitantes en condición de calle; la inquietud por las mujeres trabajadoras sometidas a inequidades salariales; me compartieron su deseo de salir al paso de la situación actual de la educación, y la importancia de transmitir valores en esa noble tarea formativa.

También, ese grupo de diputados electos es consciente que en un régimen de democracia participativa debemos abrirnos a un diálogo constructivo y efectivo con todos los sectores de la sociedad, y la integración de la ciudadanía organizada en el esfuerzo para que nuestro país avance por la senda de un verdadero desarrollo humano integral, es decir, que abarque todas las dimensiones del ser humano y en el que nadie quede rezagado ni, mucho menos excluido.

Pidamos a Dios la bendición para nuestros legisladores a fin de que puedan responder a los problemas más urgentes del país, procurando con sus decisiones la generación de empleo; la búsqueda de mecanismos legales para combatir el narcotráfico y evitar la corrupción en la gestión pública; el esmero por resolver el rezago educativo; la reactivación del sector agropecuario, la atención a las secuelas de la pandemia por el COVID-19, y otros, que fortalezcan el bien común.

Como lo he manifestado en distintas ocasiones, la tarea debemos sacarla juntos al estilo de los apóstoles, aisladamente no se podrá, y muchos menos dando espacio al individualismo que siempre destructivo. Por ello me alegra la presencia hoy aquí de los representantes de los distintos sectores productivos, empleadores y actores sociales, entre estos, sindicalistas, cooperativistas, empresarios, solidaristas, agricultores, asociaciones de desarrollo, colegios profesionales e integrantes de la Mesa Patriótica ?unidos por la vida, que se ha constituido en una plataforma de diálogo social en procura de una Costa Rica solidaria, más justa y en búsqueda del bien común. 

En este día internacional del trabajo y cuando celebramos la fiesta litúrgica de San José Obrero, pido al Señor continúe colmando de bendiciones y fortaleza a los trabajadores del sector la salud,  para que sigan luchando en la atención de los enfermos afectados por  Covid-19 y demás enfermos, como hasta el momento lo han hecho. También para los miles de docentes que han procurado y procuran lo mejor para los estudiantes, aún con las limitaciones del teletrabajo, las lecciones presenciales, la brecha digital y otros. 

De igual manera a los trabajadores del campo y sus familias, cuya actividad agropecuaria se encuentra profundamente comprometida por las situaciones de un injusto mercado, los altísimos precios de insumos agrícolas, la falta de apoyo gubernamental y la carencia de políticas públicas a favor de la seguridad alimentaria en estos tiempos de crisis bélica mundial. Ha llegado el momento de responder a la  urgencia de impulsar oportunidades reales para nuestros agricultores y la reactivación del agro, que facilite abastecer nuestro mercado local con granos tradicionales de consumo diario como son los frijoles, el maíz, el arroz y otros.  

Como Iglesia, estamos cerca de ustedes acompañando distintos emprendimientos y si Dios lo permite, a partir del 15 de mayo próximo y hasta el 15 de mayo de 2023, imploraremos la intercesión de San Isidro Labrador, por este sector tan importante de la población de nuestro país, la Santa Sede nos ha concedido la gracia de un año jubilar.

No deja de preocuparnos que las políticas económicas puedan favorecer a unos pocos, profundizando las desigualdades entre los costarricenses, es que la macroeconomía no son solo números, la justa distribución de los bienes es una exigencia que grava la conciencia, no podemos permitir que se debilite nuestro estado social de derecho.  Recordamos que la mejor política económica es la que tiene rostro humano, que genera trabajo y trae paz social fruto de la justicia.

Les invito hermanos a que invoquemos la intercesión de San José Obrero, hombre justo y trabajador, para que podamos encontrar los caminos adecuados para un diálogo efectivo y patriótico que nos permita resolver los principales problemas que arrastra el país y que se han profundizado con la pandemia. 

Que la presencia del Señor Resucitado nos fortalezca como comunidad de fe,  para continuar construyendo la cultura de la vida, la cultura de acogida, la cultura del encuentro, tan necesarias en nuestro tiempo.

 

 

San José Obrero, ruega por nosotros.

ASÍ SEA.