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No está aquí; ha resucitado

¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?

La Pascua, en el Antiguo Testamento, era el paso de Israel por el Mar Rojo (por ende, la liberación de la esclavitud del pueblo de Dios, su salida de Egipto). Del mismo modo, para los cristianos debe ser la cuaresma ese signo del paso de Dios por nuestras vidas, Jesús que nos libera de la esclavitud del mal y nos reintegra la condición de hijos de Dios.

Por eso, este tiempo fuerte que nos ha preparado para vivir gozosamente la Pascua nos tuvo que ir a preparar espiritualmente. Acompañar a Jesús en el desierto y sobre todo hacer en nuestra propia vida el desierto en el cual vivimos como preparación a la Noche Santa. 

De igual manera, la Pascua es ver a Cristo resucitado que pasó de la muerte a la vida, ello se transforma en gracia y bendiciones de parte de Dios nuestro Padre. 

Al releer este pequeño fragmento del evangelio que se proclamó en la Solemne Vigilia Pascual viene un pensamiento a mi cabeza, cómo el Señor ha obrado en mí, y más aún, espero que ante la preparación a la Vigilia la Cuaresma nos haya ayudado a mejorar en muchos aspectos. Es de mi agrado saber que durante la Resurrección Gloriosa del Señor nosotros (todos los bautizados), vamos -a morir al hombre viejo y resucitar-. 

También, a nivel personal creo que fue un gran regalo de Dios poder compartir la Semana Santa en la Parroquia de Cañas, vi cómo estaban deseosos de vivir en comunidad esos días santos. Fue realmente sorprendente ver el Templo lleno de hermanos, que con gran fe asistían a las misas y procesiones.

Curiosamente, se repitió el mismo panorama en todo el territorio nacional, fue impactante (por medio de redes sociales circulaban fotografías), ver que en cada templo las personas se congregaban después de dos años por culpa de la Pandemia. ¡Esto no significó impedimento alguno para celebrar a lo grande la Vigilia Pascual!

Al poder vivir como comunidad de fe esta Pascua, así también podamos transmitir la alegría de Cristo, el Señor que está resucitado y actuando en favor de su Iglesia y de todos los que le buscan con sincero corazón, que en cada uno de nosotros ven y crean. Que por medio de nuestras acciones la sociedad vea a Cristo y nosotros verlo a él en la alegría de su Iglesia. 

Ojalá que al finalizar la Pascua seamos nuevas creaturas en Cristo, viendo al hermano como signo de salvación y esperanza; de igual manera, que podamos caminar juntos como Iglesia, tal como el papa Francisco nos invita por medio del próximo Sínodo.