Responsive image

Arzobispo

La Cruz, camino de esperanza

(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano

Viviendo todavía la Cuaresma, nos preparamos con gran alegría  para celebrar el Misterio Pascual, la Pasión,  Muerte y Resurrección de Cristo, todos como pueblo redimido, hemos de seintirnos alegres y a la vez comprometidos, en anunciar con inmenso gozo la vida nueva y definitiva que en Cristo hemos recibido.

 Los creyentes necesitamos renovar nuestra esperanza, especialmente, en tiempos de oscuridad, crisis o sufrimiento, con la garantía, como el mismo Pablo lo testifica que:  por Jesucristo, hemos tenido acceso a un estado de gracia y nos sentimos seguros, incluso en las tribulaciones, sabiendo que la prueba ejercita la paciencia, la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva una esperanza que no defrauda. [1]

De los acontecimientos que conmemoraremos brotan enseñanzas que se relacionan con nuestra propia vida, permitiéndonos redescubrir una nueva luz para recomenzar un camino más pleno y más auténtico; en el que el mismo Cristo, víctima inocente, desgarrado por el sufrimiento, es quien nos anima a no dejarnos aplastar por las decepciones ni los temores. 

Cristo, experimentó la incomprensión, el rechazo, la descalificación, la calumnia y la persecución. Con la traición de Judas y la negación de Pedro constatamos que hasta los más cercanos lo negaron y así cómo los doctores de la ley se ensañaron con dureza contra él, así por su causa, seremos negados y juzgados.   

Seguir a Jesús significa tomar la propia cruz para acompañarlo en su camino incómodo que no es el del éxito o el de la gloria terrena, pero sí conduce a la verdadera libertad, la libertad del egoísmo y del pecado nos lleva a rechazar la mentalidad mundana que pone al propio yo en el centro de la existencia y a ser humildes.[2]   

Por Jesús, entendemos que este camino conduce a la resurrección, a la vida plena y definitiva con Dios, por lo que decidir seguirle a Él, nuestro Maestro y Señor, que se ha hecho Siervo de todos, exige una unión fuerte con Él.[3]

Muchos hermanos han sido capaces de recorrer ese camino, han unido su propia cruz a la de Cristo y este anhelo y compromiso se refleja en tantos que aún hoy sufren discriminación y persecución por su fe con frecuencia de forma oculta, en el sufrimiento de cada cristiano que, diariamente, une sus sacrificios a los del Señor para la santificación de la Iglesia y la redención del mundo, en particular, los enfermos, los ancianos, los discapacitados y los que sufren mental y espiritualmente".[4]

Al asumir la locura de la cruz como estilo de vida, Cristo nos da su gracia para convertir nuestro sufrimiento en alegría, nuestra muerte en vida; nos hace capaces, incluso, de mostrarnos solidarios con los que sufren para perseverar en la tarea de ayudarlos y acompañarlos.

Y con la confianza puesta en el Señor, digo con San Pablo Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.[5]

Poder vivir este año la Semana Santa ha de ser motivo para de nuevo, sentirnos comunidad estando atentos a la Palabra de Dios que será proclamada en las celebraciones litúrgicas y que  los momentos que compartamos de piedad popular, nos ayuden también a alimentar nuestra fe y amor al Señor.

Pidamos al Señor reanime en nosotros la luz de la fe para abrazarnos con El a la cruz y encontrar la fuerza y el valor para continuar, día a día, este camino de esperanza.

 

[1] Cf. Rom 5, 1?5

[2] Papa Francisco, Ángelus, 13 de setiembre 2015

[3] Ídem

[4] Benedicto XVI, Viaje apostólico al Reino Unido, 18 de septiembre de 2010

 

 

[5] 2Cor. 4, 8