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Arzobispo

Permanezcamos unidos

(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano

El proceso electoral está llegando a su final y, democráticamente, los costarricenses decidirán quien será el próximo presidente de nuestro país. 

En su legítimo afán por convencer a los electores, los partidos han presentado sus programas de gobierno, sus eventuales políticas públicas y  las acciones que impactarán la vida de los ciudadanos, pero, una vez más, las estrategias de comunicación se han centrado en la descalificación mutua, en las acusaciones y otras prácticas que atentan contra los principios éticos, profundizan en la confrontación ciudadana y favorecen la polarización social.

Como advierte el Papa Francisco: La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación. [1]

Es comprensible que en una democracia se manifiesten visiones distintas y hasta opuestas sobre el tipo de país que anhelan los ciudadanos; no obstante, la radicalización del discurso nos está llevando a una división que amenaza  la paz social como expresión de bienestar, justicia, solidaridad, concordia y que se basa en valores como la pluralidad, la tolerancia y el reconocimiento de los derechos de todos.

A partir del 4 de abril, sea quien sea el candidato electo, nuestra tarea primordial será el retomar nuestra dañada convivencia social y ha de ser tarea de todos velar por la unidad nacional que tanto ha costado construir y consolidar; única garantía de una mejor sociedad y un mejor país.

A este propósito, y tratándose de un país que se manifiesta, mayoritariamente, creyente en Jesucristo, el Señor, quisiera contribuir desde ya recordando las palabras del apóstol Pablo: Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu. [2] En efecto, a nosotros creyentes, en primer lugar, se nos manda vivir una vida coherente con la plegaria de Jesús: Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. [3]

Las situaciones conflictivas deben superarse para continuar firmes y dispuestos a fomentar la unidad y la solidaridad en aras de recuperar el sentido social y colaborar a la construcción del bien común. El sálvese quien pueda se traducirá rápidamente en el todos contra todos, y eso será peor que una pandemia. [4]

En esta etapa de nuestra historia patria que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, debemos promover la fraternidad pues, Nadie puede pelear la vida aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos.[5]

Miremos con esperanza el futuro que nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva de nuestra historia, asumamos la corresponsabilidad como estilo de vida y hagamos de Costa Rica un proyecto común, en el que todos nos sintamos involucrados, capaces de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones, manifestando al mundo nuestra esencia fraterna, solidaria y pacífica. Expresemos ese compromiso acercándonos a las urnas, aprovechemos este derecho democrático del cual muchos no gozan en otros países.

Pidamos a Dios que ilumine a nuestro próximo gobernante y a su equipo de trabajo para que apunten a generar políticas solidarias fundadas en la amistad social, el diálogo, la reciprocidad y el enriquecimiento mutuo como valores de nuestra sociedad costarricense. Como Iglesia continuemos comprometidos en la construcción del bien común, desde los pobres y marginados, aquellos que no cuentan.

 



[1] Fratelli Tutti, n.15

[2] Carta a los efesios 4,3

[3] Juan 17,21

[4] Fratelli Tutti, n.36

[5] Idem, n.8