"Acabamos de rezar a la Virgen María", dijo el Santo Padre en su alocución, recordando que esta semana la ciudad ucraniana que lleva su nombre, Mariupol, se ha convertido en una ciudad mártir en la desgarradora guerra que asola a este país:
"Ante la barbarie de la matanza de niños, inocentes y civiles indefensos, no hay razones estratégicas que valgan: lo único que hay que hacer es poner fin a la inaceptable agresión armada, antes de que reduzca las ciudades a cementerios", añadió.
El Papa une su voz por el fin de la guerra
En este sentido, expresando el dolor que siente en su corazón, Francisco unió su voz "a la del pueblo común, que implora el fin de la guerra".
"En nombre de Dios, que se escuchen los gritos de los que sufren y que cesen los bombardeos y los ataques. Que haya un enfoque real y decisivo en la negociación, y que los corredores humanitarios sean efectivos y seguros. En nombre de Dios, les pido: ¡detengan esta masacre!", aseveró.
"En los refugiados, Cristo está presente"
Asimismo, el Pontífice renovó una vez más, su llamamiento a la acogida de los numerosos refugiados, "en los que Cristo está presente", y dio gracias por la gran red de solidaridad que se ha formado:
"Pido a todas las comunidades diocesanas y religiosas que aumenten los momentos de oración por la paz. Aumentar los momentos de oración por la paz. Dios es sólo Dios de la paz, no es Dios de la guerra, y los que apoyan la violencia profanan su nombre. Ahora recemos en silencio por los que sufren y para que Dios convierta los corazones en una firme voluntad de paz".
Finalmente, el Papa saludó a todos los romanos y peregrinos llegados de Italia y de diferentes países, en particular, a los fieles de las diócesis de Nápoles, Fuorigrotta, Pianura, Florencia y Carmignano; así como a la delegación del Movimiento No Violento.
Les deseo a todos un buen domingo -concluyó Francisco- y, por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
Fuente: Vatican news