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Iglesia

Ordenación Episcopal de Mons. Juan Miguel Castro

Mons. José Manuel Garita Herrera. Obispo de Ciudad Quesada. Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.


Hermanos todos en el Señor:

Nos hemos reunido en este lugar sagrado, la iglesia Catedral, centro de esta querida diócesis de San Isidro de El General, para celebrar, en el gozo de la fe, el misterio eucarístico y, dentro del mismo, el solemne rito de ordenación episcopal de su nuevo Pastor, Mons. Juan Miguel Castro Rojas, quinto obispo de esta Iglesia Particular. 

El contexto litúrgico de la fiesta de la conversión del apóstol San Pablo y la riqueza de la Palabra de Dios iluminan, clara y providencialmente, el momento eclesial que estamos celebrando. La figura de Saulo de Tarso, ahora convertido en Pablo, apóstol de Jesucristo, nos permite descubrir el perfil del testigo del Resucitado que, abierto al don del Espíritu y bajo su acción, escucha la voz del Señor que le envía, con las palabras del salmo 116: "Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre". 

El testigo posee la riqueza de la experiencia y la fuerza dinámica del Espíritu. Es el creyente en camino que comparte la fe desde el encuentro con la persona del Resucitado, como lo ha descrito la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles: "¿Quién eres, Señor?,Yo soy Jesús, a quien tú persigues".  Este encuentro cambia radicalmente la vida. Es imposible seguir siendo la misma persona cuando se ha descubierto y encontrado a Jesucristo. El Señor plenifica el corazón y transforma la vida. 

Sentirse por el bautismo parte de una historia nueva junto al Resucitado, impulsa a compartir la profundidad y, a la vez, la sencillez, de esta novedad. Nos dejamos convertir en agentes de la vida nueva del Señor como el evangelio de San Marcos nos lo ha propuesto en su proclamación: "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura". El contenido de la buena noticia trae consigo salvación, o sea, vida eterna, más allá de la felicidad terrena e inmanente. El evangelizador, que es testigo del Señor, ofrece la esperanza de una vida que es transcendente; una vida para siempre. A nuestro mundo, marcado por la cultura de lo inmanente, este anuncio le abre perspectivas nuevas y mayores que las que ofrece la sola razón, el hedonismo, el utilitarismo y el afán desmedido de poseer y tener. Jesucristo es en definitiva nuestra vida, nuestra riqueza y nuestra esperanza. Así lo asumió y vivió el Apóstol tras su encuentro de conversión.

Como hemos dicho antes, la fiesta de la conversión de San Pablo es también el marco litúrgico para la ordenación episcopal de Monseñor Juan Miguel. Hermosa celebración litúrgica para comenzar el servicio que trae consigo el ministerio episcopal. La segunda lectura nos ha ofrecido una síntesis de este ministerio sagrado y apostólico. Quien ha sido elegido como sucesor de los apóstoles y puesto al frente de una Iglesia Particular, como pastor y padre, no puede dejar de interiorizar y asumir las palabras de San Pablo a Timoteo: "Reaviva el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos?no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor?toma parte en los duros trabajos del Evangelio según la fuerza de Dios". 

El diálogo, que en pocos minutos la liturgia propone entre el elegido y el presidente de la celebración, profundiza estos aspectos y describe los elementos que nos ayudan a comprender mejor este ministerio de gracia y misericordia: anunciar con fidelidad y constancia el Evangelio de Jesucristo; conservar íntegro y puro el depósito de la fe; edificar la Iglesia desde la comunión, con el colegio episcopal, presidido por el sucesor de Pedro; cuidar del Pueblo santo de Dios y dirigirlo por el camino de la salvación. 

Querido Monseñor Juan Miguel, de hoy en adelante serás pastor de esta Iglesia Particular que te acoge y acompaña con su oración y afecto. La fuerza oculta de tu ministerio sagrado se encuentra en la comunión orante con el Pastor por excelencia, que es el Señor. El Santo Padre Francisco nos lo recuerda claramente: "Solo si se está centrado en Dios es posible ir a las periferias del mundo" (Homilía, 3 de enero, 2014). "No dejen la oración! Ese negociar con Dios del Obispo por su pueblo. No lo dejen" (Discurso, 19 de mayo, 2014). De esta relación estrecha con Jesucristo surge la fuerza para evangelizar incansablemente y para abrazar la cruz. De la oración íntima, constante y confiada brotan la compasión, la bondad y la cercanía con los pobres, marginados e inmigrantes, con los que se han apartado de la vida de la comunidad y con quienes buscan la verdad y la justicia. 

Monseñor Juan Miguel, Jesús, el Buen Pastor, te pone al frente de su rebaño con entrañas de misericordia, y con la delicada tarea de gestar comunión desde la fe de la Iglesia, de la que ahora en adelante serás maestro. En esta hora de gracia para la Iglesia, oramos para que seas dócil a la vocación y al ministerio recibidos, de manera que edifiques así la comunidad creyente desde el diálogo y el espíritu de sinodalidad que ha continuado y reforzado en la Iglesia la experiencia del Concilio Vaticano II, de cuyo inicio celebraremos el 60 aniversario en el próximo mes de octubre. 

El ambiente eucarístico en el que nos encontramos nos invita, por último, a agradecer con profunda alegría. Agradecer al Padre que nos muestra su amor en el Hijo amado a través del Espíritu Santo; agradecer a la Iglesia, madre y maestra, que en la persona del Sucesor de Pedro nos ha dado un nuevo pastor quien, al ejercer el ministerio episcopal en esta diócesis, hará presente al Buen Pastor; y también en comunión de fe y amor con los hermanos obispos de nuestra Conferencia Episcopal. 

Nuestra alegría nos hace mirar con profunda esperanza el futuro, puesto en las manos providentes de Dios. Nos acompañan los santos que son nuestros hermanos en la fe y testigos del Absoluto. Confiamos a la intercesión de Nuestra Señora de los Ángeles, madre amada de Costa Rica, el servicio pastoral de Monseñor Juan Miguel; seguros estamos de su intercesión. Y, junto a ella, pedimos también la mediación de San Carlos Borromeo, modelo de pastor santo, y la de San Isidro Labrador, laico, esposo y padre, que centró totalmente su vida en el Señor. Amén.


Mons. José Manuel Garita Herrera.

Obispo de Ciudad Quesada.

Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.