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Arzobispo

Un año abierto a la Esperanza

Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano

 

Hemos celebrado con gran alegría el Nacimiento de Jesús y, aún perceptible esa atmósfera de paz y consuelo que el Verbo encarnado suscita en nosotros, debemos recordar que este acontecimiento, ante todo, nos anima a enfrentar la vida con esperanza. Ciertamente, hablamos de una esperanza distinta, una esperanza segura porque está fundada en Dios. Él entró en el mundo y nos ha dado la fuerza para avanzar sin desánimo y responder a los retos presentes de una forma nueva.  

 

Esperar para el cristiano expresa la certeza de estar en camino con Cristo, esforzándonos por construir un mundo mejor  donde el amor, la unidad y la paz sean los fundamentos que definan nuestra hoja de ruta, personal y comunitariamente. Como nos enseña San Pablo: "En la esperanza hemos sido salvados" (Rom 8,24). Dios no deja de sorprendernos, por ello, el creyente siempre espera de Dios una respuesta, el cumplimiento de una promesa y esto exige firmeza de nuestra parte. Con esta actitud esperanzadora desarrollamos una fe robusta y, a la vez, fomentamos la fe en otros. 

 

La esperanza sin Dios es sólo expectativa, pero, cuando confiamos en El, nos ponemos en pie, nuestra fe se abre a una espera en apariencia irracional; va más allá de los argumentos humanos y es superior al" sentido común" para creer en lo imposible. La esperanza abre nuevos horizontes, nos hace capaces de soñar, el futuro ya no es incierto ni oscuro pues Cristo se nos da como verdadera luz.

 

En el horizonte cercano, los costarricenses tenemos una nueva oportunidad de sembrar esperanza en nuestro suelo. Tanto los comicios presidenciales como las elecciones legislativas renuevan la esperanza de construir un país mejor.  Ejerciendo el deber y derecho al voto de modo inteligente y responsable, procuremos que quienes nos representen, con su formación y estatura moral, garanticen un desarrollo integral y sostenible, seguros de que, con una visión política de altura, podremos encontrar mecanismos para asegurar a todas las personas una vida digna de llamarse humana, una vida capaz de cultivar la virtud y de forjar nuevos vínculos. 

 

Este es, quizás, nuestro primer reto, lograr que la política fundada en valores y principios tenga arraigo y resplandezca en nuestra Nación. Como nos enseña el Papa Francisco: "Cuando el pueblo está descartado, se le priva no sólo del bienestar material sino de la dignidad del actuar, de ser protagonista de su historia, de su destino, de expresarse con sus valores y su cultura, de su creatividad, de su fecundidad. Por eso, para la Iglesia es imposible separar la promoción de la justicia social del reconocimiento de los valores y la cultura del pueblo, incluyendo los valores espirituales que son fuente de su sentido de dignidad." [1]

 

Soñemos juntos, construyamos una Costa Rica que, fortaleciendo su sistema democrático, redescubra el sentido de la participación ciudadana y promueva el diálogo como instrumento constructivo.  Para el año que inicia retomemos el firme propósito de ser personas de esperanza, comprometiéndonos, cada quien, desde su realidad, a reforzar la voluntad de colaborar, activamente, para que la cercanía y la solidaridad se manifiesten. 

 

 Quienes seguimos al Señor Jesús debemos sembrar la esperanza en nuestras familias, comunidades y demás ambientes; no hay que dejar que esa esperanza nos abandone porque Dios con su amor nos fortalece: "¡El optimismo defrauda, la esperanza no! La necesitamos mucho, en estos tiempos que aparecen oscuros, donde a veces nos sentimos perdidos frente al mal y la violencia que nos rodea, frente al dolor de tantos hermanos nuestros. ¡Necesitamos esperanza! "[2] 

 

 

 

Le pido al Señor un 2022 lleno de esperanza para todos

 



[1]  Papa Francisco, video mensaje conferencia internacional titulada: Una política arraigada en el pueblo, 15 de abril. 

[2] Papa Francisco, audiencia general, 7 de diciembre de 2016 catequesis sobre la esperanza.