Responsive image

Iglesia

¡Quien cree, ve con una luz que ilumina todo!

Mensaje para el tiempo de adviento de los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

«Y darás a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados»
(San Mateo 1, 21)

El Señor nos regala un momento de gracia, por medio de la Iglesia, al vivir el tiempo de Adviento, con el cual iniciamos un nuevo Año Litúrgico, y nos preparamos para recibir a Aquél que todo lo ilumina y que nos salva de las oscuridades existentes en nuestra vida.

A partir del domingo 28 de noviembre iniciaremos como católicos el tiempo de Adviento, mediante el cual nos preparamos espiritualmente, para celebrar con inmenso gozo, el nacimiento de Jesús, como única Luz que nos salva de toda oscuridad en nuestra vida.

Este es un tiempo para volver la mirada a lo que trasciende más allá de lo que podemos ver.  Las dificultades que todavía vivimos por la pandemia que ha golpeado y desnudado la oscuridad de una sociedad que descarta al más débil, al que menos tiene, que ha profundizado las desigualdades y oscurecido el futuro de muchos, nos lleva a proclamar el Evangelio de la Esperanza.

En este tiempo, estamos llamados a hacer brillar las buenas obras para dar gloria a Dios (cfr. Mateo 5, 16); y a que nuestras acciones reflejen los sentimientos de Jesús (cfr. Filipenses 2, 5), con ello podremos llenar de luz la vida entera, que es pasajera, pero que tiene un futuro esperanzador junto al Señor en la eternidad.

Con todas las dificultades y oscuridades que se reflejan en el mundo, hoy somos llamados a interiorizar y hacer resonar las palabras del profeta Isaías «el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Isaías 9,1).

«Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso», nos dice el Papa Francisco en su Encíclica Lumen Fidei, número 1.  Nosotros creyentes debemos tener claridad de conciencia para entender que estamos llamados a difundir la única luz que no se apaga, la luz de Jesús, el niño que nos nacerá como Salvador y por el cual esperamos en este Tiempo de Adviento.

Dijimos en el mensaje al final de nuestra Asamblea Ordinaria de agosto pasado:  «Hemos reflexionado como pastores de la Iglesia en las grandes necesidades de nuestro país, en ese pan material que no llega a todos, ni ha alcanzado para todos en los últimos años. Sólo pensando en el bien común, mostrando solidaridad y recuperando y exaltando los valores de nuestra Nación, podremos entonces caminar juntos, con igualdad de oportunidades en esperanza y confianza».

Mientras nuestro país vive un proceso electoral que definirá en pocos meses al próximo presidente de la República, vicepresidentes y diputados, es también momento para reflexionar sobre el camino que queremos para nuestro país.

La luz que nacerá y por la cual aguardamos en Adviento, es una luz que llega para abrazar a todos, no solo a unos pocos.  En Adviento, por tanto, tenemos que trabajar por iluminar la realidad de muchos hermanos que no tienen qué comer, que no tienen techo, que no poseen un empleo.  Son muchas las necesidades por las cuales debemos trabajar entre todos, y por lo cual pedimos, desde ya, a los futuros gobernantes, que no se olviden de las clases más desprotegidas de este país y que lleguen con honestidad, conciencia y capacidad a solventar las problemáticas que nos afectan y preocupan.

Nos dice el Evangelio de San Lucas sobre el nacimiento esperado de Jesús:  «Él será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento» (Lc. 1, 14).  Definitivamente, esta alegría, que no es pasajera, debe llenarnos a todos para que no quede ninguna sombra de necesidad en ningún habitante de nuestro país.

Desde ya, elevamos como pastores una plegaria para que el Mesías nazca en el corazón de todos, y pueda transformar las tristezas en alegrías, y podamos dar muestra de un país que trabaja por el desarrollo integral de todos, que fortalece el bien común, que camina de manera solidaria y justa, que necesita acabar con las sombras de corrupción y que se disuelva la división existente entre muchos de nuestros pobladores.  El tiempo de Adviento debe ayudarnos a acabar con el odio, la injusticia, la indiferencia y la cultura del descarte que discrimina al más débil, al no nacido como al anciano, al pobre como al enfermo.

Ya nos exhortaba el Papa Francisco en el Ángelus del I Domingo de Adviento, del año 2019, a «estar atentos a nuestro prójimo en dificultad, a dejarnos interpelar por sus necesidades, sin esperar que él o ella nos pida ayuda, sino aprendiendo a prevenir, a anticipar, como Dios siempre hace con nosotros».

La luz que todo lo ilumina nos permitirá caminar por un trayecto seguro, para que todos podamos cubrir las necesidades primarias, las de nuestras familias, y que podamos desarrollarnos de modo integral, extirpando la odiosa desigualdad que se instaló hace muchas décadas en nuestro país.

En Adviento esperamos al Señor Jesús que nos trae una nueva vida; no desperdiciemos este tiempo en las cosas pasajeras, en las luces artificiales, en ver quién tiene más o quién se compra más rápido un objeto con el afán de tener y poseer.

Adviento es para que, en medio de nuestro tránsito por este mundo, podamos poner la mirada en lo que es eterno, en la luz que no se apaga, en la esperanza que todo lo alcanza.

Dejemos que el Señor haga su obra en Adviento, abramos nuestro corazón para prepararnos como lo hizo la Virgen María cuando recibió el anuncio del Ángel Gabriel; con un sí decidido, con humildad y disposición a cumplir la voluntad de Dios (cfr. Lc. 1, 26-38).

Les saludamos y bendecimos en este hermoso tiempo, para que en la verdadera alegría lo vivan en familia, unidos a sus seres queridos, compañeros de trabajo, vecinos; para que entre todos podamos iluminar con la luz del Altísimo nuestra vida y la de los demás.

Compartimos con todos ustedes y nos unimos a la Oración Colecta del I Domingo de Adviento:  «Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno».

En la sede de la Conferencia Episcopal, San José, a los 26 días del mes de noviembre del año del Señor 2021.


JOSÉ MANUEL GARITA HERRERA

Obispo de Ciudad Quesada

Presidente


DANIEL FRANCISCO BLANCO MÉNDEZ

Obispo Auxiliar de San José

Secretario General