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Iglesia

Venida gloriosa de Cristo es parte de nuestra fe

(VIDEO) Mons. Daniel Blanco, obispo auxiliar Arquidiócesis de San José


Todos los años en las últimas semanas del año litúrgico la palabra de Dios nos pone de frente a los discursos escatológicos de Jesús, es decir, los mensajes sobre el fin del mundo y su segunda venida.

La Iglesia como madre y maestra, aprovecha el año litúrgico para recordarnos que así como los años llegan a su fin, este mundo transitorio también llegará a su fin, cuando venga el Hijo del Hombre vestido de gloria y majestad, como nos lo ha recordado el mismo Cristo en el evangelio de San Marcos.

Desgraciadamente, por distintas razones, se ha creado una idea errónea sobre la segunda y definitiva venida de Cristo, provocando terror ante la idea del final de los tiempos.

Este domingo, la palabra de Dios proclamada, nos permite comprender que nada más lejos de la realidad el creer que la segunda venida de Cristo deba provocar temor o angustia.

Contrario a esto, el profeta Daniel, busca llenar de esperanza al pueblo elegido, que vive la opresión, el dolor y la muerte en tiempos de la invasión helénica, afirmando que Miguel, el arcángel que vence los poderes del mal defenderá a su pueblo y aquellos que han sido fieles , aunque hayan perdido el combate aquí en la tierra, serán llevados a participar de la eterna bienaventuranza.

Asimismo Jesús, en el evangelio, anuncia su llegada, como Hijo del hombre, con gran poder y majestad sobre las nubes del cielo, congregando a los elegidos de todas las naciones para que participen de su Reino y de su misma Gloria.

Estos elegidos es cada persona humana, que con el sacrificio del Sumo y Eterno Sacerdote, como nos dice la carta a los Hebreos, ha sido perdonada, santificada y perfeccionada y de este modo preparada para participar de la vida gloriosa del cielo.

Asimismo, Jesús indica que el día y la hora en que ocurrirá esto son conocidos únicamente por el Padre, ni los ángeles ni el mismo Hijo lo conocen, por lo tanto nos invita a estar preparados para vivir este momento.  Preparación que consiste en vivir la cruz y cumplir la palabra que no pasará, aunque pasen el cielo y la tierra.

Nos enseña el papa emérito:  «Él quiere apartar a sus discípulos ?de toda época? de la curiosidad por las fechas, las previsiones, y desea en cambio darles una clave de lectura profunda, esencial, y sobre todo indicar el sendero justo sobre el cual caminar, hoy y mañana, para entrar en la vida eterna. Todo pasa ?nos recuerda el Señor?, pero la Palabra de Dios no muta, y ante ella cada uno de nosotros es responsable del propio comportamiento. De acuerdo con esto seremos juzgados» (Angelus, 18.11.2012)

Precisamente este ha sido el llamado, que en el evangelio de Marcos, Cristo ha hecho en su camino hacia Jerusalén y que la liturgia de la palabra nos ha recordado los últimos domingos:  ser discípulo implica cargar la cruz y cumplir la palabra y las enseñanzas de Jesús y esto, aunque traiga sufrimiento, persecución y muerte en este mundo, asegura, a quien lo ha cumplido, la vida eterna junto a Cristo Resucitado.

La palabra de este penúltimo domingo del año litúrgico, nos recuerda que la venida gloriosa de Cristo es parte de nuestra fe como cristianos, por tanto no debemos verla ni con temor ni con angustia, sino con auténtica esperanza cristiana, es decir una esperanza activa, que vive y que anuncia la palabra de Dios y que nos prepara para la llegada del Hijo del hombre impulsándonos a realizar buenas obras en favor de los hermanos y a servir con profunda y verdadera alegría a Dios nuestro Padre, como lo hemos pedido en la oración colecta y de este modo podremos participar de la eterna bienaventuranza.