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Iglesia

Mamá de Carlo Acutis: "Cerró los ojos sonriendo"

"Clínicamente los médicos lo consideraron muerto cuando su cerebro cesó toda actividad vital. Eran las 5:45 pm del 11 de octubre de 2006".


Estos son los últimos momentos en la vida del Beato Carlo Acutis. Estas son las horas más dramáticas que preceden a su muerte el 11 de octubre de 2006. Pero hay que contarlas porque demuestran lo extraordinario que es este niño, que subió a los altares el año pasado en Asís.

Para evocar esos momentos está la madre de Carlo Acutis, en el libro Il segredo di mio figlio (Piemme) editado por Antonia Salzano Acutis. 

Hospitalización desesperada

El joven beato, en los primeros días de octubre de 2016, fue trasladado de urgencia al hospital San Gerardo de Monza, con un diagnóstico terrible: una leucemia M3, capaz de propagar células cancerosas por todo el cuerpo en muy poco tiempo. 

Es una enfermedad que no se puede prevenir y que solo se cura en determinados casos. El de Carlo Acutis fue un caso desesperado.

«Hay gente que sufre más que yo»

Su madre Antonia Salzano recuerda que «las enfermeras con el médico de guardia le volvieron a poner el traje de respiración en la cabeza. Le preguntaron cómo se sentía y con una sonrisa respondió: "Estoy bien, hay gente que sufre mucho más que yo". Se miraron con incredulidad: sabían qué sufrimiento provoca ese tipo de leucemia. Sin embargo, él respondió así».

Carlo parecía tener una fuerza que no era la suya. «Pensé que solo su vínculo fuerte y cercano con el Señor podría hacerle enfrentar esa situación de esa manera. No fue el heroísmo de un momento».

Esa relación con Jesús, continúa la madre, «fue el fruto de una relación cultivada día tras día, hora tras hora. Sin saberlo, Carlo había construido la posibilidad de vivir ese momento de esa manera. La había construido con años vividos bajo la luz de Dios, bajo su protección continuamente solicitada, bajo la luz continuamente deseada».

Posteriormente, recuerda Antonia Salzano, «fueron muchos, entre los que lo vieron en esas horas en el hospital, quienes me dijeron que en esos momentos tenían la impresión de encontrarse frente a un niño especial; que en virtud de una fuerza casi no humano, logró no mostrar su sufrimiento, no molestar, sonreír dentro de la tormenta».

Carlo Acutis sabía que iba a morir

Mientras tanto, las condiciones de Carlo empeoraban cada hora. Era la tarde del 10 de octubre.

«Alrededor de la una de la madrugada me quedé dormida unos minutos" dice su madre Antonia " Carlo, en cambio, no podía dormir por el gran dolor. Sin embargo, lo escuché pedirle a las enfermeras de turno que no hicieran demasiado ruido para que yo pudiera descansar. Aún tenía la esperanza de que pudiera hacerlo, aunque las palabras que él mismo me dijo nada más llegar a Monza volvieran a mi mente: "No salgo de aquí vivo, prepárate"».

«Me dijo estas palabras porque no quería que llegara desprevenido al momento de su muerte. Me explicó que incluso desde el Cielo me enviaría muchas señales, y que por eso tenía que estar tranquila».

Momentos antes de entrar en coma, le dijo a su madre que tenía un poco de dolor de cabeza. «No me alarmó particularmente, porque seguía viéndolo sufriendo mucho, pero al mismo tiempo sereno». 

«Unos momentos después, sin embargo, cerró los ojos, sonriendo. Nunca los volvió a abrir. Parecía haberse quedado dormido, pero en cambio había entrado en coma debido a una hemorragia cerebral, que a las pocas horas le provocó la muerte».

Muerte clínica

Clínicamente, los médicos lo consideraron muerto cuando su cerebro cesó toda actividad vital. Eran las 5:45 pm del 11 de octubre de 2006. 

«Me sentí como si estuviera viviendo en un sueño" dice Antonia Salzano "Carlo se fue en tan poco tiempo. ¿Cómo podía pasar? El Señor se lo había llevado cuando solo tenía quince años, en la flor de su juventud».

La familia de Carlo Acutis quería donar sus órganos antes de su muerte. Pero los médicos no lo permitieron porque dijeron que estaban afectados debido a la leucemia.

«Nos informaron que el corazón de Carlo había dejado de latir a las 6:45 am del 12 de octubre, la víspera de la última aparición de Nuestra Señora de Fátima. Para nosotros esa coincidencia no fue casual "concluye la madre del joven beato". Habíamos perdido a nuestro único hijo, un dolor inmenso, pero nos sostenía la esperanza de que no hubiera desaparecido definitivamente de nuestras vidas, al contrario, que estaría más cerca de nosotros que antes y que nos esperaba una vida mejor».