A doscientos años de
nuestra Independencia, la lucha por la libertad ya no se orienta por la ruptura
de cadenas de opresión que nos vinculen a una nación dominante, incluso, muchos
consideran que esa "libertad" fue alcanzada una vez para siempre,
pero, por el contrario, nuestra Patria sufre las constantes acometidas del
sometimiento colonial, ahora encubierto en ideologías impuestas bajo el nombre
de progreso. Nuestra libertad está subordinada a la ideología de turno, nuestra
verdad sometida al control total de gobiernos que, apelando al criterio de
"elección popular" legitiman y perpetuán el sometimiento de las
mayorías.