(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano
Mons. José Rafael Quirós Quirós
Arzobispo Metropolitano
La juventud no es algo que se pueda analizar en abstracto. En realidad, "la juventud" no existe, existen los jóvenes con sus vidas concretas. En el mundo actual, lleno de progresos y oportunidades para unos pocos, hay muchas vidas expuestas al sufrimiento y a la manipulación. Nuestros jóvenes hoy son ideologizados con respecto a la sexualidad, al matrimonio, a la vida o a la justicia social, mientras otros, bajo criterios consumistas, son convertidos en seres individualistas proyectados por completo a su interés personal.
Son muchos los jóvenes que, sin formación en valores y atraídos por el dinero fácil, incurren en delitos y violencias, vinculados a bandas criminales. "Esta violencia trunca muchas vidas jóvenes. Abusos y adicciones, así como violencia y comportamientos negativos son algunas de las razones que llevan a los jóvenes a la cárcel, con una especial incidencia en algunos grupos étnicos y sociales"[1]. Con la pandemia se ha profundizado una dependencia ordinaria y continua de las nuevas tecnologías, a la vez que la vivencia de una cultura ampliamente digitalizada, que afecta la noción de tiempo y de espacio, el modo de comunicar, de aprender, de informarse, de entrar en relación con los demás. Sin pretenderlo, el sector juvenil ha sido afectado por el confinamiento y, pese al recurso tecnológico, podría decirse, se ha puesto en pausa sus proyectos de vida.
De frente a este panorama un tanto sombrío, como Iglesia hacemos nuestro el clamor del Papa Francisco a cada joven: "No dejes que te roben la esperanza y la alegría, que te narcoticen para utilizarte como esclavo de sus intereses... Atrévete a ser más, porque tu ser importa más que cualquier cosa. No te sirve tener o aparecer. Puedes llegar a ser lo que Dios, tu Creador, sabe que eres, si reconoces que estás llamado a mucho."[2]
Si bien es cierto, los jóvenes cuentan con las fuerzas y el entusiasmo para forjar su futuro, existen obstáculos que motivan la desesperanza tales como la pobreza, el desempleo, la falta de oportunidades y hasta la migración para poder realizar enteramente su proyecto de vida. Muchos de estos impedimentos seguirán pesando en tanto los grupos políticos o los poderes económicos no apuesten a un carácter innovador e incluyente para las nuevas generaciones. Y se trata de un asunto fundamental de la sociedad porque el trabajo para un joven no es sencillamente una tarea orientada a conseguir ingresos económicos. Es expresión de la dignidad humana, es camino de maduración y de inserción social, es un estímulo constante para crecer en responsabilidad.
A pocas semanas de iniciar el proceso electoral invito, ante todo a la población joven, a no dejarse llevar por el canto de sirena para adoptar agendas impuestas que, supuestamente, les reivindican ante las otras generaciones. La insuficiencia de políticas públicas y la patente ausencia de voluntad de responder a los retos de los jóvenes debe acabar. No sean blanco fácil de las ideologías. Analicen las propuestas de los grupos políticos y la capacidad demostrada para ejecutarlas y, en particular, tomen nota de aquellas oportunidades educativas y laborales que ofrecen implementar. Su proyecto de vida depende, en gran medida, de esas oportunidades formativas, laborales y sociales posibles. Cuestionen la factibilidad de propuestas.
Asimismo, invito a todos los sectores sociales, religiosos, políticos y económicos a considerar nuestra responsabilidad hacia las nuevas generaciones para que nuestras decisiones y acciones no contribuyan a configurar un panorama aun más desalentador para la juventud.
Los jóvenes merecen oportunidades para la construcción de una vida digna. Como individuos, como organizaciones y como sociedad luchemos por los derechos y oportunidades de las personas jóvenes y animemos sus esperanzas e ilusiones para que, con esfuerzo y determinación, construyan sus proyectos de vida.