"Que la Virgen María, en la cual el Verbo se ha hecho carne, nos ayude a crecer día tras día en la amistad con Jesús, pan de vida", es la invitación del Papa.
"Jesús en esta expresión: Yo soy el pan de la vida", resume verdaderamente todo su ser y toda su misión. Esto se verá plenamente al final, en la Última Cena.
Jesús sabe que el Padre le pide no solo dar de comer a la gente, sino darse a sí mismo, partirse a sí mismo, la propia vida, la propia carne, el propio corazón para que nosotros podamos tener la vida", lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus de este domingo, 8 de agosto, comentando el Evangelio que la liturgia presenta este XIX Domingo del Tiempo Ordinario, en el cual se ve a Jesús que sigue predicando a la gente que ha visto el prodigio de la multiplicación de los panes, y a quienes invita a dar un salto de calidad; para ello, aplica el símbolo del pan a sí mismo. Dice claramente: «Yo soy el pan de la vida».
Qué nos quiere decir Jesús con esto, se pregunta el Pontífice. Y señala que, para vivir se necesita el pan, quien tiene hambre no pide comidas refinadas y caras, sino pan, quien no tiene trabajo no pide sueldos altos, sino el "pan" de un empleo.
"Jesús se revela como el pan, afirma el Papa, es decir lo esencial, lo necesario para la vida de cada día. No un pan entre muchos otros, sino el pan de la vida. En otras palabras, nosotros, sin Él, más que vivir, sobrevivimos: porque solo Él nos nutre el alma, solo Él nos perdona de ese mal que solos no conseguimos superar, solo Él nos hace sentir amados aunque todos nos decepcionen, solo Él nos da la fuerza de amar y perdonar en las dificultades, solo Él da al corazón esa paz que busca, solo Él da la vida para siempre cuando la vida aquí en la tierra se acaba".
El Papa Francisco al seguir reflexionando sobre esta imagen señala que, Jesús en esta expresión: "Yo soy el pan de la vida", resume verdaderamente todo su ser y toda su misión. "Esto se verá plenamente al final, en la Última Cena. Jesús sabe que el Padre le pide no solo dar de comer a la gente, sino darse a sí mismo, partirse a sí mismo, la propia vida, la propia carne, el propio corazón para que nosotros podamos tener la vida.
Estas palabras del Señor, subraya el Papa, despiertan en nosotros el estupor por el don de la Eucaristía. Nadie en este mundo, por mucho que ame a otra persona, puede hacerse alimento para ella. Dios lo ha hecho, y lo hace, por nosotros. Renovemos este estupor. Hagámoslo adorando el Pan de vida, porque la adoración llena la vida de estupor".
Sin embargo, en el Evangelio, evidencia el Pontífice, en vez de asombrarse, la gente se escandaliza. También nosotros quizá nos escandalizamos: nos sería más cómodo un Dios que está en el Cielo sin entrometerse, mientras nosotros podemos gestionar los asuntos de aquí abajo.
Sin embargo, Dios se ha hecho hombre para entrar en lo concreto del mundo. Y le interesa todo de nuestra vida. Podemos hablarle de los afectos, el trabajo, la jornada, cualquier cosa. Jesús desea esta intimidad con nosotros. ¿Qué no desea? Ser relegado a segundo plano, ser descuidado y dejado de lado, o llamado solo cuando tenemos necesidad.
Finalmente, el Papa Francisco recuerda que, al menos una vez al día nos encontramos comiendo juntos; quizá por la noche, en familia, después de una jornada de trabajo o de estudio. "Sería bonito, invita el Papa , antes de partir el pan, invitar a Jesús, pan de vida, pidiéndole con sencillez que bendiga lo que hemos hecho y lo que no hemos conseguido hacer".
Invitémosle a casa, recemos de forma "doméstica". Jesús estará en la mesa con nosotros y seremos alimentados por un amor más grande. Que la Virgen María, en la cual el Verbo se ha hecho carne, nos ayude a crecer día tras día en la amistad con Jesús, pan de vida.
Después de rezar la oración a la Madre de Dios, el Papa Francisco saludó a los romanos y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, de modo especial, a las familias, grupos parroquiales, y asociaciones. En particular, saludó al grupo de agentes de pastoral juvenil de Verona, a los jóvenes de Crevalcore, así como a los jóvenes de Scandiano y a los de las Casas Salesianas de la región del Triveneto que llegaron a Roma en bicicleta. A todos deseó un buen domingo y como siempre pidió que, no se olviden de rezar por él.