(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano
Desde el año 2013, el 30 de julio se celebra el Día Mundial contra la Trata de Personas a fin de concienciar a la población mundial sobre la grave situación de las víctimas del tráfico humano y, conjuntamente, promocionar y proteger sus derechos. La trata de personas consiste en "la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras fuerzas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o a una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Este delito es operado por mafias que explotan a hombres, mujeres y niños por todo el mundo.
Desde el 2010, la Asamblea General de la Naciones Unidas adoptó un Plan de Acción Mundial para Combatir el Tráfico de Personas, instando a los Gobiernos de todo el mundo a unirse contra este flagelo y en septiembre de 2015, los países aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y aceptaron cumplir los objetivos y las metas relacionados con la lucha contra la trata. "Estos objetivos piden que se ponga fin a la trata y la violencia contra los niños, que se tomen medidas contra la trata en general, y que se acabe con todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas y de su explotación." Como vemos, este tema se ha puesto en la mira de la política internacional pero el número de víctimas parece sigue en ascenso, aunque el modo "discreto" en que operan las organizaciones criminales complica la tarea de cuantificarlas.
Este es un crimen atroz y como nos pide el Papa Francisco, "Digamos la palabra, sin vergüenza: "mercantilización de la persona humana". Hay que decirlo y subrayarlo porque es la verdad".[1]
Según la Oficina Regional de Migración para Centro América de la ONU, "la demanda de mano de obra barata, servicios sexuales y ciertas actividades delictivas son algunas de las causas que originan la trata de personas, a las que contribuyen también factores como la falta de oportunidades, de recursos y la posición social.? Costa Rica, lo mismo que toda la región, es analizado como un punto de origen, de tránsito y destino para la trata de personas. Es literalmente, un abominable negocio de miles de millones de dólares para los grupos delictivos organizados- tan solo superado por el narcotráfico y el comercio de armas internacional- en perjuicio de las víctimas que son objeto de abusos como la violación, tortura, servidumbre por deuda, privación ilegítima de la libertad y amenazas contra sus familiares u otras personas allegadas, además de otras formas de violencia física, sexual y psicológica.
La pobreza, las crisis políticas y económicas, las emergencias naturales, la exclusión social y la violencia doméstica son algunos de los aspectos que alientan esta nefasta movilización que no respeta edades, ni condiciones.
Este es un drama que no puede quedar al margen de nuestras tareas pastorales pues la Iglesia, servidora del Reino, debe llevar a todos los ámbitos el mensaje del Señor: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia"[2]. Todas las acciones que se proponen restaurar y promover nuestra humanidad y la de los demás están en línea con la misión de la Iglesia, como una continuación de la misión salvadora de Jesucristo. De hecho, en las Orientaciones pastorales sobre la trata de seres humanos, la Iglesia constata cómo en nuestra época se promueve e incrementa el individualismo y el egocentrismo, actitudes que tienden a considerar a los demás desde una perspectiva puramente utilitaria, atribuyéndoles un valor que se determina según criterios de conveniencia y beneficio personal. Esta es la raíz de ese trato inhumano.
Que este 30 de julio pidamos a Dios, Padre Misericordioso, por tantos hermanos, seres humanos débiles e indefensas víctimas del arbitrio y de la prepotencia ajena, y para que, en especial, los gobernantes rechacen todo intento de coacción que ofenda a la dignidad humana, como las condiciones infrahumanas de vida, la esclavitud, la prostitución, las condiciones ignominiosas de trabajo que ven a la persona como meros instrumentos de lucro, no como personas libres y responsables.