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Ser joven en Cristo

(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano

 

Julio es el mes de la Juventud. Este es, pues, un tiempo privilegiado para reconocer la importancia de esta etapa de la vida colmada de energías, sueños y esperanzas. Ser joven es un tesoro no sólo para sí mismo, sino también para los demás, para la Iglesia y para el mundo, es un tiempo de descubrimiento de los dones que Dios ha dado y de asumir las propias responsabilidades, tiempo de opciones fundamentales para construir un proyecto de vida y descubrir el sentido auténtico de la existencia.

La juventud, como cualquier otro periodo de la vida, no está exenta de situaciones de inestabilidad, inseguridad, confusión o sufrimiento, más aún en una época de pandemia en que se han visto trastornados diversos aspectos de nuestras vidas, especialmente, en el empleo, la educación, el bienestar mental y, en general, la vida social. 

En estas circunstancias ha sido difícil enfrentar el presente y, más todavía, considerar un futuro con pleno valor y sentido acorde a las auténticas esperanzas de vida y de felicidad. Para abrirse a un proyecto de vida que, realmente, los colme de felicidad, invito a cada joven a poner su confianza en Dios y, atentos a su voz, transiten el sendero que él les muestre pues "Dios es mayor que nuestra conciencia y lo sabe todo". [1]

Al celebrar, además, este año dedicado a San José quiero resaltar las virtudes de este hombre de fe quien, desde su juventud, entendió que los planes de Dios sobrepasaban sus expectativas, pero "actuó con fortaleza, asumiendo con valentía creativa también los planes que parecían contradictorios, inesperados o incluso decepcionantes. En esas ocasiones con frecuencia Dios saca a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener".[2]

José fue un hombre idealista y feliz. "La felicidad de José no está en la lógica del autosacrificio, sino en el don de sí mismo. Nunca se percibe en este hombre la frustración, sino sólo la confianza. Su silencio persistente no contempla quejas, sino gestos concretos de confianza ? rechaza a los que quieren usar la posesión del otro para llenar su propio vacío".[3]

A pesar de ideologías pansexualistas y hedonistas a la que ustedes, particularmente, están expuestos, José emerge como un referente de la castidad que no es una indicación meramente afectiva, sino la síntesis de una actitud que expresa lo contrario a poseer. En efecto, "la castidad está en ser libres del afán de poseer en todos los ámbitos de la vida. Sólo cuando un amor es casto es un verdadero amor. El amor que quiere poseer, al final, siempre se vuelve peligroso, aprisiona, sofoca, hace infeliz. Dios mismo amó al hombre con amor casto, dejándolo libre incluso para equivocarse y ponerse en contra suya. La lógica del amor es siempre una lógica de libertad, y José fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre. Nunca se puso en el centro". [4]

Otro aspecto que caracteriza a san José es su relación con el trabajo. San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. José es un recordatorio a los jóvenes que no hay bienestar sin compromiso y esfuerzo. "El trabajo se convierte en ocasión de realización no sólo para uno mismo, sino sobre todo para ese núcleo original de la sociedad que es la familia? y, por ello, como nos pide el Papa Francisco, ?imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!".[5]

Mi abrazo sincero y mi cercanía con todos nuestros jóvenes. Mi gratitud y oración por todos aquellos que desde las diversas manifestaciones de la Pastoral Juvenil se han comprometido por llevar a los demás jóvenes a un encuentro personal con el Señor, favoreciendo el desarrollo personal, la creación de relaciones, sus compromisos por la justicia y la construcción de la historia de vida personal y social. Que San José inspire estos procesos para que nuestros jóvenes sean verdaderos actores de sus propios proyectos de vida. 

 



[1] Cf. 1 Jn 3,20

[2] Papa Francisco, Patris Corde,n.5

[3] Idem, n.7

[4] Idem

[5] Idem