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Iglesia

Ética, transparencia y bien común

«No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien» (Rm. 12, 21)

Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica dirigimos este mensaje en el contexto de la dolorosa situación que vivimos, motivada por los recientes acontecimientos ocurridos en el país, hechos que nos preocupan e inquietan desde nuestra misión de pastores.

Las noticias de los últimos días sobre el supuesto manejo inadecuado de los recursos del Estado en el proceso de ejecución de la obra pública, tan necesaria para el desarrollo del país, sin duda han golpeado a nuestra nación. La investigación existente sobre supuestos delitos nos preocupa de gran manera. Al mismo tiempo, la indignación en la mayoría de los ciudadanos es comprensible y, lamentablemente, tenemos que aceptar también que la decepción se apodera cada vez más de la población, al pensar en el deterioro de la institucionalidad costarricense.

Sin un compromiso ético de todas las personas, que ocupan cargos públicos o están en la función privada, difícilmente podremos caminar por sendas de justicia, desarrollo integral, confianza y credibilidad para toda la sociedad.

«Cada sociedad necesita asegurar que los valores se transmitan, porque si esto no sucede se difunde el egoísmo, la violencia, la corrupción en sus diversas formas, la indiferencia y, en definitiva, una vida cerrada a toda trascendencia y clausurada en intereses individuales», nos advierte el Papa Francisco en su última Encíclica Fratelli tutti, número 113.

Precisamente, cuando hay hechos que pueden manchar la institucionalidad del país, se atenta contra los más altos valores. Cuando se dan signos que pueden golpear la democracia, exponemos a Costa Rica a una mayor desigualdad. Por este camino, lamentablemente, corremos el peligro de ir rumbo a una profunda degradación, frenando así cualquier oportunidad de desarrollo social y económico.

Confiamos en que la Administración de Justicia llegue al fondo de esta investigación, y que no se dé margen a la impunidad, pues la sensación de que no haya justicia pronta y cumplida también socava los cimientos de nuestra democracia.

Hacemos un llamado a la corresponsabilidad, pues sólo entre todos podemos superar los enormes retos y desafíos que afrontamos. Esto será posible solamente si somos conscientes de la necesidad de trabajar juntos en miras al bien común. Sólo así podremos entonces consolidar la justicia en nuestro querido país.

Ya decíamos, con ocasión del mensaje de nuestra última Asamblea Plenaria, del 22 al 26 de febrero, que «de cara al bicentenario es necesario recuperar y consolidar la Costa Rica de justicia social con oportunidades para todos».

Decía San Juan Pablo II, en su Encíclica Centesimus annus número 46: «Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia».

Por consiguiente, resulta absolutamente necesario que, en particular desde la función pública, se dé un ejercicio recto, responsable, ético y respetuoso de la ley para combatir la corrupción, en beneficio de los más necesarios y altos intereses de nuestro país. Quienes llegan a estos cargos, deben saberse servidores respetuosos de la ley y con la ineludible exigencia de realizar un trabajo digno y honesto, a fin de hacer valer la autoridad que les ha sido dada; caso contrario se perdería la solidez de los principios y de las bases en que se fundamenta nuestro Estado social de derecho.

Esta reflexión llega también en el marco del año electoral en que nos encontramos, cuando estamos a las puertas de elegir a los próximos legisladores y gobernantes del país dentro de pocos meses. Es importante que tomemos conciencia, tanto electores como aspirantes a estos cargos, para que juntos rescatemos y consolidemos el ejercicio de los valores éticos que otrora caracterizaron a Costa Rica.

Finalmente, como pastores del pueblo de Dios, exhortamos principalmente a los católicos, sean servidores públicos o quienes trabajan en el ámbito privado, para que actúen de conformidad con los valores y exigencias de nuestra fe cristiana. Que pongan en práctica y den testimonio de los valores de transparencia, honestidad, responsabilidad y probidad. Animados por su vocación laical propia, les recordamos su obligación de actuar en consecuencia con lo que creen, para que de esa forma puedan impregnar de los valores del Evangelio las realidades temporales en que se desenvuelven (cfr. Apostolicam actuositatem, 5).

Pidamos al Señor, por intercesión de nuestra Madre y Patrona, la Reina de los Ángeles, que nos ayude a superar este difícil momento, y que veamos con esperanza el horizonte de nuestro futuro, trabajando y luchando entre todos para conservar y fortalecer la democracia, la honradez, la honestidad, la justicia y la paz que siempre han distinguido a nuestro país.

En la sede de la Conferencia Episcopal, San José, a los 29 días del mes de junio del año del Señor 2021, dedicado al Patriarca San José, en la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo.


JOSÉ MANUEL GARITA HERRERA

Obispo de Ciudad Quesada

Presidente


DANIEL FRANCISCO BLANCO MÉNDEZ

Obispo Auxiliar de San José 

Secretario General