(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano
Hace poco nos decía el Papa Francisco: "Que otros sigan pensando en la política o en la economía para sus juegos de poder. Alimentemos lo bueno y pongámonos al servicio del bien".[1] Hoy más que nunca se nos llama a todos, a que de manera efectiva se haga de la política un servicio del verdadero bien común.
Ante el tema que ha acaparado la atención del país en los últimos días, donde son muchos los sentimientos que pueden surgir, como creyentes que asumen compromisos desde principios fundamentales, hemos de adherirnos a lo que nos dice el Papa Francisco: "Trabajar unidos para defender la esperanza exige estar muy atentos a esa otra forma "muchas veces sutil" de degradación ambiental que contamina progresivamente todo el entramado vital: la corrupción. Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese «virus» social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados. Lo que se haga para luchar contra este flagelo social merece la mayor de las ponderaciones y ayudas" y esta lucha nos compete a todos. «Unidos para defender la esperanza», implica mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil. Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos".[2]
Por tanto, hemos de afirmar con toda convicción, la connivencia entre el crimen organizado y el mundo político debe ser desterrada de nuestra larga tradición democrática y no sólo con discursos descalificantes en los que se acusan unos a otros, sino con un diálogo serio, en el que se evidencie la voluntad y la capacidad de la clase política para luchar contra estas estructuras criminales y la impunidad, que pareciera las ampara.
Es evidente que a los organismos que corresponda y al servicio que toca por ética a los medios de comunicación, promover un debate político en el que los ciudadanos puedan tomar decisiones inteligentes e informadas. Se deben tratar temas de fondo y que tienen que dirigirse a fortalecer nuestra democracia, desde parámetros transparentes y sólidos.
No podemos seguir cayendo en la trampa de la polarización política, más aún, cuando sabemos que quienes la promueven quieren dividir a la sociedad en extremos opuestos, haciendo que las voces prudentes y sensatas pierdan fuerza e influencia. Los grandes problemas nacionales deben ponerse sobre la mesa de discusión y no aquellos tópicos alternativos que, como hemos visto, responden a intereses de unos pocos.
Con toda claridad nos enseña el Papa Francisco, "la mejor manera de dominar y de avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y suscitar la desconfianza constante, aun disfrazada detrás de la defensa de algunos valores. Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar... La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación".[3]
Desde ya hago un llamado a los fieles católicos y los hombres y mujeres de buena voluntad, a tomarnos en serio en momento histórico para recomenzar con auténtica corresponsabilidad nuevos procesos y transformaciones. "Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos" sólo falta el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, de ser constantes e incansables en la labor de incluir, de integrar, de levantar al caído; aunque muchas veces nos veamos inmersos y condenados a repetir la lógica de los violentos, de los que sólo se ambicionan a sí mismos, difusores de la confusión y la mentira".[4]
Imploremos al Todopoderoso continúe derramando abundantes bendiciones sobre nuestro querido país.