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San Isidro Labrador: modelo de vida cristiana

(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo de San José


 


Mayo, con sus lluvias y abejones, nos evoca también al santo que goza del mayor afecto de nuestros pueblos: San Isidro Labrador. En efecto, son tantas las parroquias que lo han entronizado como patrono e intercesor y más aún los fieles cuyos valores e ideales se afianzan en su modelo de vida cristiana.

Complemento y compañera en su ideal de santidad fue también su esposa, santa María de la Cabeza quien exalta la figura femenina y nos hace apreciar el esfuerzo y la lucha que a diario realiza la mujer campesina. Ambos, como matrimonio, se ocuparon del hogar y del trabajo del campo sin abandonar nunca su vida de oración y su anhelo de servicio a los más necesitados. Con ellos, como nos enseña el Papa Francisco, constatamos que "hay muchos matrimonios santos, donde cada uno fue un instrumento de Cristo para la santificación del cónyuge. Vivir o trabajar con otros es sin duda un camino de desarrollo espiritual".[1]

Al hacer referencia a estos modestos labradores de Madrid aumenta en nosotros el deseo sincero de custodiar, a imagen suya, la Tierra y de estar cerca de los campesinos y de sus problemáticas, especialmente, en este tiempo de pandemia que ha afectado en forma directa sus vidas.

El surco que se abre en la generosa tierra fértil de nuestros campos y recibe la semilla que dará su fruto, va conformando en nuestros agricultores la esperanza de cosechas abundantes, procurando así el pan de cada día para sus familias. Esa noble y milenaria tarea se funda y promueve valores cristianos como la confianza en Dios, la esperanza, la perseverancia, y en especial, la generosidad de compartir con la sociedad el fruto de su trabajo.

Al mirar las condiciones adversas que se presentan en la producción y no pocas veces la injusta comercialización, siento preocupación por el abandono del agro, y el insuficiente acompañamiento gubernamental con el apoyo técnico y financiero que asegure el derecho a la nutrición y a la seguridad alimentaria de nuestro país. 

Es urgente estimular el cultivo de productos tradicionales como los frijoles, el arroz, el maíz y otros, que son importados de otras latitudes y privan a nuestros campos de reactivación económica.  De ninguna manera se puede negar el apoyo al pequeño agricultor, es un amplio sector de nuestra población. 

Nuestros hermanos agricultores, como otros sectores, enfrentan con determinación y valentía los efectos de esta crisis sanitaria ya agravada por algunas políticas públicas implementadas. Son muchos los retos, no obstante, nos llena de alegría y consuelo encontrar experiencias, desde una dinámica de economía social solidaria en cooperativas y emprendimientos colectivos, rutas de solución financiera y de productividad.  

 

Qué San Isidro siga inspirando el trabajo cotidiano y la alegría de compartir lo sembrado y cosechado. Una bendición y agradecimiento a todos ustedes queridos agricultores.



[1]  Papa Francisco, Gaudete et exsultate, n.141