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Iglesia

Día del Trabajador

Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano de San José Presidente Pastoral Social/ Cáritas CR


 

Monseñor Daniel Blanco, Obispo Auxiliar de San José, señor Rodolfo Solano Quirós, Ministro de Relaciones Exteriores y culto, Master Silvia Lara Povedano, Ministra de Trabajo y Seguridad Social, Pbro. Edwin Aguiluz Milla, Secretario Ejecutivo Pastoral Social/Cáritas, Pbro. David Solano, Delegado Episcopal de Pastoral Social Arquidiocesana; señoras y señores dirigentes de las organizaciones de trabajadores, estimados sindicalistas, señores empresarios y empresarias, apreciados cooperativistas, representantes solidaristas, queridos agricultores, sacerdotes concelebrantes; miembros de la pastoral social de las parroquias, trabajadoras y trabajadores todos, hermanas y hermanos aquí presentes y quienes se unen a nosotros por la transmisión de Radio Fides, y a través de nuestro canal católico San José TV  y otros medios.

En el contexto de la conmemoración de 150 años de la declaración de San José como Patrono de la Iglesia Universal, el Papa Francisco, mediante la Carta Apostólica Patris Corde, nos propone imitar sus virtudes e implorar la intercesión del humilde carpintero,  hombre justo, fiel y prudente servidor de la voluntad de Dios. 

San José realizó su proyecto de vida apegado siempre a la voluntad de Dios, recordamos que en los momentos de desconcierto, al enterarse que su esposa María esperaba un hijo, obedece a la voz del Ángel del Señor: "José hijo de David, no temas aceptar a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo". (Mt. 1, 20). El con alegría conduce a María su esposa a su casa, y entablan así la convivencia familiar. Más adelante, en el nacimiento de su Hijo, en medio de limitaciones, junto con su esposa, cubre con los pañales de su amor a su amado Jesús. Luego, como auténtico defensor de la vida del Niño, atiende al mandato de Dios "levántate, toma contigo al niño y a su madre"  (Mt. 2,13). De esta manera la familia de Nazaret se convirtió migrante en Egipto. Descubrimos así a José como Padre de la ternura, como lo destaca el Papa Francisco.  Amó a Jesús con corazón de padre. (Patris corde). 

Por ello en este año dedicado también por el Papa a la familia, no puedo dejar de destacar la gran importancia de la familia para nuestra sociedad. El futuro de la sociedad pasa por la familia, dependiendo cómo esté la familia así estará la sociedad, esto es innegable. "Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de pesadillas" (Francisco, Amoris laetitiae, n. 30). En ella está la mano de Dios actuante y cada espacio de convivencia, cada evento, cada alegría o conflicto que surja debe llevar el sello del amor de Dios que nos confirma que la familia es una bendición". (ibid). Una sociedad que quiere progresar no destruye la familia natural, más bien la fortalece y protege. Cuando recuperemos la integración y unión familiar en el amor verdadero que procede de Dios, donde cada quien cumpla con su responsabilidad, las cosas estarán dando un vuelco positivo. Cuánta falta hace esto, por parte del Estado.

Durante esta pandemia ha quedado demostrada la centralidad e importancia del ambiente familiar, en orden a la estabilidad emocional y con relación al trabajo de los padres y al estudio de los hijos, sobre todo los menores. Ni se diga en las angustias vividas ante la enfermedad o muerte de seres queridos, solo por la fe en el Señor y el apoyo familiar, es que muchas personas han encontrado el consuelo, y la fortaleza para continuar el camino. 

También afirma el Papa "San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo". Es importante recordar que a Jesús se le denomina como el hijo del carpintero, y no solamente por motivos de descendencia, sino porque en verdad José le enseñaría el oficio. Según un autor, se nota esto sobre todo en las parábolas, donde Jesús generalmente habla de edificaciones, una casa bien construida es la edificada sobre roca.

José en medio de sus labores manuales, se ocupó también de enseñar a su hijo a leer, fue su maestro, este hecho se constata, pues en la sinagoga solamente leían los que sabían hacerlo, y a Jesús se lo permitieron en Nazaret.

Se destaca así  la importancia de lo afirmado por el Papa Pío XII  al instituir la fiesta litúrgica del primero de mayo, «el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias  sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo» 

En medio de la situación actual de pandemia y tantos males sociales, la figura de San José Obrero,  destaca por todo lo alto como el trabajador que en la sencillez y silencio respondió con sabiduría, a los retos que se le presentaron. Como nos enseña el  Papa Francisco: "En nuestra época actual, en la que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente cuestión social y el desempleo alcanza a veces niveles impresionantes, aun en aquellas naciones en las que durante décadas se ha experimentado un cierto bienestar, es necesario, con una conciencia renovada, comprender el significado del trabajo que da dignidad y del que nuestro santo es un patrono ejemplar. Una familia que carece de trabajo está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución. ¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno? (?Patris Corde? N° 6.)

Es por ello que hoy rogamos a San José Obrero interceda en estos momentos decisivos por nuestro país, en el contexto de una pandemia que ha llevado a tantos hermanos costarricenses a situaciones dramáticas ante la ausencia de la reactivación económica, la insuficiente respuesta política ante los grandes desafíos de la pobreza y la angustia de muchos padres y madres de familia sin empleo. Pedimos al "santo carpintero" interceda ante el Señor por quienes no tienen un trabajo digno. Considero que las cifras de desempleo, deben llevar a que se busquen soluciones viables, dejando de lado todo egoísmo, ambición de acaparar más riqueza, pensando en el bien común. La justicia social es el camino a recorrer, y olvidarse de lo meramente electorero.

En orden a esa justicia, no puedo dejar de destacar el testimonio cristiano de muchos trabajadores de la salud, que día a día arriesgan  en favor de toda la población su salud y hasta su vida. Con gratitud hacemos memoria de quienes, en este servicio, entregaron su vida en la atención de los enfermos por el Covid-19 y elevamos una plegaria porque gocen ya de la felicidad eterna. El testimonio de los servidores del orden, de recolectores de basura, de los servidores en hogares de adultos mayores, de los vendedores de verduras que van de casa en casa, de los trabajadores del campo, etc. También, considero importante se examine, lo que ha significado para tantos padres de familia, docentes y otros el teletrabajo.

También, cuántos educadores que hacen de su acto educativo un apostolado y han asumido con gran responsabilidad los retos del distanciamiento social y las medidas sanitarias. Lamentablemente se ha develado la desigualdad social y económica de muchos de sus estudiantes manifiesta en la brecha digital.

 En estos tiempos tenemos que esforzarnos todos para que la pandemia no excluya a nuestra niñez y juventud del derecho a la educación y su preparación para el futuro inmediato.  Las consecuencias de la crisis económica de los años ochenta en el campo educativo, nos dejó una lección de empobrecimiento para muchos costarricenses que no pudieron concluir sus estudios y esa situación no debe repetirse.

No puedo dejar de mencionar a los sacerdotes y la pastoral social diocesana y parroquial, quienes se han multiplicado para llevar alimento, compañía y otros servicios a los más necesitados. Que el trabajador y perseverante José, interceda por nosotros para que como él nunca perdamos la esperanza. 

Valga el momento para destacar una vez más, la importantísima labor de la Caja Costarricense de Seguro Social, en su condición de institución dedicada a la seguridad social y el bienestar común de la salud, la que como patrimonio histórico social debemos fortalecer, cuidar y mejorar. Satisface conocer cómo el encuentro de voluntades de movimientos sociales, sindicatos, académicos y ciudadanos que se unieron en el Foro Mario Devandas Brenes, durante varios meses han presentado una propuesta a las autoridades de la Caja, con miras al fortalecimiento del régimen de Invalidez, Vejez y Muerte. Proceso con el que nos comprometimos desde la Iglesia arquidiocesana con entusiasmo y esperanza. 

Junto al reconocimiento por todos los esfuerzos  de las autoridades de salud, considero se debe seguir luchando mediante acciones eficaces, por cubrir en el menor tiempo posible la vacunación de toda la población. Copiar las buenas prácticas de otros países y toca a todos aprovechar la oportunidad de la vacuna, no se entiende que alguien no acuda a la cita. 

En este  año del bicentenario de la declaración de nuestra independencia, es urgente sentirnos involucrados en la construcción del bien común. "Es un llamado siempre nuevo para que la sociedad se encamine a la prosecución del bien común y, a partir de esta finalidad, reconstruya una y otra vez su orden político y social, su tejido de relaciones, su proyecto humano. Con sus gestos, el buen samaritano reflejó que "la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro" (Francisco, Fratelli tutti, n. 66).

La participación de distintos sectores productivos, empleadores y actores sociales, entre estos, sindicalistas, cooperativistas, empresarios, solidaristas, agricultores, laicos comprometidos en acciones de la pastoral social de la Iglesia, gobernantes y otros, será el reto para encontrarnos y unir voluntades y poder alcanzar metas fundamentales, para poder resolver los problemas nacionales que nos aquejan y requieren  la respuesta de todos. La paz social para que sea verdadera y estable, debe ser fruto de la justicia social y del diálogo.

Dado que el diálogo y el encuentro intersectorial sigue siendo urgente en esa dirección, y ante el desánimo que han producido intentos no bien logrados de diálogo social, ciframos nuestra esperanza en la reciente creación del Consejo Consultivo Económico Social [...] como instancia multisectorial de diálogo y generación de consensos, con la participación de las organizaciones de los sectores productivo, laboral y social (empresarial, sindical, economía social solidaria, desarrollo territorial local, academia, sociedad civil y poblaciones. El diálogo no puede quedar en el vacío. Como Iglesia estamos colaborando en esta instancia.

En el espíritu del cooperativismo y en otras expresiones, la economía social solidaria abre una ventana de esperanza para muchos pequeños productores, desempleados, emprendedores, mujeres que necesitan incorporarse al mundo del trabajo, y otros, que encuentran en la unión, la fortaleza para el desarrollo empresarial y el bienestar familiar. No hay que tenerle miedo a la solidaridad, todo lo contrario, se debe "Globalizar la solidaridad (lo que) hoy significa pensar en el aumento vertiginoso de los desempleados, las lágrimas incesantes de los pobres, la necesidad de retomar un desarrollo que sea un verdadero progreso integral de la persona que necesita ciertamente un ingreso". (Papa Francisco, Discurso a confederación italiana de cooperativas, 28 febrero 2015)

Urge gestar oportunidades reales para nuestros agricultores y la reactivación del agro, que facilite la seguridad alimentaria y abastecer nuestro mercado local con granos tradicionales de consumo diario como son los frijoles, el maíz, el arroz y otros.  Qué importante sería un CNP renovado,  dándole la perspectiva propia de los tiempos que vivimos.

Comprometidos con la cultura de la vida, es fundamental continuar fortaleciendo el empeño por defender la casa común. La riqueza ecológica con la que Dios nos ha bendecido es patrimonio de las presentes y futuras generaciones, la cultura de la vida ha de afianzarse más y más, desechando toda cultura de muerte que conduce a la destrucción de nuestros bosques, a la contaminación de los ríos, a relativizar el valor de la vida humana y a todos los males que conocemos. 

Hago mías las afirmaciones del Cardenal Turkson que afirmó: "La salud de la humanidad, depende de la salud de la naturaleza". "Si la naturaleza está enferma por la contaminación o la destrucción causada por el hombre, la humanidad también sufre". Por tanto, no es casual todo lo que estamos sufriendo por esta pandemia, nuestro entorno está enfermo, comprometámonos a lucha por su salud.

Dado que hoy mucho se mide desde lo económico, indica el Cardenal, "el coste de los daños causados por la explotación humana de la naturaleza, es mucho mayor que los beneficios económicos derivados. ¿Cómo podremos pagar alguna vez nuestra deuda ecológica?"  (Conversatorio, Biodiversidad una don de Dios).

Invoquemos la intercesión de San José Obrero, hombre justo y trabajador, para que podamos encontrar los caminos adecuados para una efectiva y justa reactivación económica, con rostro verdaderamente humano, donde resplandezcan la solidaridad y equidad como motores fundamentales.

El Pan vivo bajado del cielo que pone el Señor en la Mesa del altar, es signo de su voluntad que el pan material también llegue a la mesa de todos, en especial de los más pobres. Quienes participamos del Banquete Eucarístico, nos comprometemos a ser constructores de fraternidad.

 

San José Obrero, ruega por nosotros.

ASÍ SEA.