(VIDEO) Mensaje de Mons. Daniel Blanco, IV Domingo de Pascua
Cada año, durante el IV Domingo de la Pascua, es proclamado un fragmento del capítulo X del Evangelio de San Juan. En este capítulo, Jesús se autoproclama Buen Pastor. Por esta razón, este día se conoce como el Día del Buen Pastor y se realiza también la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, en la que pedimos al Señor que suscite sacerdotes que sean modelos de Cristo Buen Pastor.
Este año escuchamos la segunda parte de este discurso en el que Cristo se presenta como Buen Pastor. Y en estos versículos, Jesús dará dos razones por las cuales él puede autodefinirse como Buen Pastor.
Primero, Jesús afirma que es Buen Pastor porque da la vida por sus ovejas, esto en contraposición con los asalariados, que cumplen con un trabajo, pero que si estuviera en peligro su vida, simplemente abandonan el rebaño.
Jesús, por el contrario afirma que da la vida por su rebaño, pero da la vida voluntariamente, porque Él es Dios, Palabra hecha carne, Palabra por la que todo fue creado y por tanto tiene el poder de entregar su vida y poder para volverla a tomar. Esta verdad es la que estamos celebrando en la Pascua: Cristo que se entregó voluntariamente para morir en la cruz y que se ha levantado del sepulcro venciendo la muerte, el pecado y todas sus consecuencias.
Por tanto, Cristo es Buen Pastor, no sólo porque da la vida por sus ovejas, sino porque al tomarla de nuevo en la resurrección; hace partícipe a su rebaño de esta misma vida, así el rebaño y el glorioso Pastor gozan juntos de las alegrías celestiales como lo pedimos en la Oración Colecta.
Esta verdad, fundamento de nuestra fe, es la que experimenta la primera comunidad cristiana y asume con responsabilidad el compromiso de anunciarlo, aún en medio de la persecución. La primera lectura nos presenta a Pedro, siendo interrogado sobre la sanación del paralítico; y el apóstol deja claro que ha sido Jesús de Nazareth que fue crucificado, pero que resucitó quien no sólo sanó al paralítico sino que ha salvado a todo el género humano con el acontecimiento de la Pascua.
La segunda característica por la que Cristo es Buen Pastor, es que conoce a sus ovejas y las ovejas lo conocen a Él. Al respecto el Papa Francisco dice «Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor entre Él y el Padre» (Regina Coeli, 22.04.2018).
Este vínculo que implica el conocerse es la relación íntima de amor que Cristo tiene con el Padre y que los hace uno y es la relación que Jesús quiere tener con la humanidad como lo sugiere la frase conocer a su rebaño. Cristo Buen Pastor, desea tener con cada uno de nosotros una relación personal y de amor mutuo que nos haga uno con Él.
Ésta, también, es la experiencia de la comunidad apostólica y que refleja san Juan en la segunda lectura: vamos a ser semejantes a él y lo veremos tal cual es.
El Buen Pastor, da la vida por sus ovejas y las conoce, es decir muere y resucita y nos une tan íntimamente Él, que nos hace participar de su vida y de su gloria. Esta es la experiencia de la Pascua y en este caminar de gozo, la figura del Buen Pastor, nos permite seguir llenándonos de alegría por el gran amor que el Padre nos tiene, al salvarnos por su hijo Jesucristo.
Por todo este significado del Buen Pastor, es que hoy oramos por las vocaciones, para que aquellos que hemos sido y serán llamados al ministerio sacerdotal, podamos ser reflejo del Buen Pastor, es decir, capaces de dar la vida, de entregarnos y gastarnos por el rebaño que se nos encomiende y con la capacidad de conocer, es decir, de crear un vínculo personal, de amor, de caridad y misericordia con los hermanos que nos unifique con ellos en la entrega de un servicio ministerial generoso.
Esto, no siempre fácil, por las limitaciones humanas que todo sacerdote tiene, por tanto se hace indispensable la oración de todo el pueblo de Dios, no sólo en esta Jornada de Oración por la Vocaciones, sino siempre.
Que Cristo Buen Pastor, envíe muchos pastores santos para que, en su nombre, guíen nuestro pueblo.