(VIDEO) Monseñor José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano
Con la Semana Santa celebramos la donación que nuestro Señor hace de sí para la salvación del mundo: "Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente" [1] y, de este modo, viviendo los sublimes momentos litúrgicos, estamos llamados a profundizar en el misterio de la redención realizada por el Hijo a través de su muerte en la Cruz y la Resurrección.
Aun cuando descubrimos que la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación, sabemos que ese pecado, enclavado en el corazón del hombre, aunque todavía se expresa como ambición, como afán por un bienestar desmedido y por el desinterés por el bien de los demás, ya no puede someternos a su esclavitud pues Cristo en la Cruz, derramando su sangre, nos ha liberado.
En la pasión de Cristo el sufrimiento humano alcanzó la cima "entrando en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo pues ha sido ligado al amor".[2] "En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir más la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros."[3]
La Cruz es el signo de la bendición, testimonio permanente de la entrega del Señor, el símbolo por excelencia del Amor que vence al odio: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna"[4], es el único camino hacia la vida y la resurrección.
Lo que hemos de conmemorar esta Semana Santa no son hechos anclados en el pasado sin vigencia ni actualidad. La pasión, muerte y resurrección de Cristo, debe ser inspiración y estímulo para abrazar nuestra propia cruz pues el camino de nuestra santificación personal pasa por la cruz. Las exigencias del seguimiento de Jesús, no pueden acomodarse a nuestro parecer o querer, mucho menos manipular con falsos humanismos.
Para vivir este tiempo privilegiado demos a Dios el primer lugar en nuestra vida, unamos a la cruz de Jesús nuestra oración, entrega y sacrificios. "Vivir la Semana Santa es entrar cada vez más en la lógica de Dios, en la lógica de la Cruz, que no es en primer lugar la del dolor y la muerte, sino la del amor y la de la entrega de sí mismo que da vida. Es entrar en la lógica del Evangelio". [5]
La compasión hacia el Crucificado debe transformarse en la solidaridad hacia los miembros de su cuerpo que hoy, siguen agonizantes desde la cruz. En los rostros de los que sufren se retratan los rasgos del rostro de Cristo que muere en la cruz. Son estos hermanos quienes nos necesitan, para sobrellevar el peso de sus cruces, constituyámonos en sus cirineos.
La Semana Santa es para los creyentes la semana más importante del año, por ello, pido a Dios que crezca en nosotros el anhelo de vivir en profundidad los misterios centrales de la Redención y reavivar nuestra fe, para consolidar nuestra esperanza y la valentía de llevar cada uno nuestra cruz con humildad, confianza y abandono en Dios. No puede tomarse como una semana para liberarse del confinamiento, sino que mediente la oración, la meditación, la escucha de la Palabra de Dios, y si es posible, participando en las celebraciones litúrgicas, dejemos que llegue a nosotros la fuerza curativa de la Redención en Cristo.
?TE ALABAMOS OH CRISTO Y TE BENDECIMOS
QUE POR TU SANTA MUERTE REDIMISTE AL MUNDO?