«La idéntica dignidad entre el varón y la mujer nos mueve a alegrarnos

 de que se superen viejas formas de discriminación, 

y de que en el seno de las familias se desarrolle un ejercicio

 de reciprocidad».

 Papa Francisco, Amoris Laetitia, 54.

Como pastores de la Iglesia saludamos a las mujeres, obra maestra de la creación de Dios al igual que el varón, pues ambos fueron creados a su imagen y semejanza (cfr. Gen. 1, 27).

En «Amoris Laetitia», número 54, el Papa Francisco nos dice: «La idéntica dignidad entre el varón y la mujer nos mueve a alegrarnos de que se superen viejas formas de discriminación, y de que en el seno de las familias se desarrolle un ejercicio de reciprocidad».

El Día Internacional de la Mujer es ocasión propicia para seguir reivindicando derechos que por naturaleza debieran ser propios de las mujeres. Este día también es una oportunidad para recordar hechos lamentables que por varios siglos han afectado a las mujeres; es una fecha que conmemora luchas incansables por la igualdad en la sociedad.

Nuestro llamado es para que entre todos enrumbemos nuestra Iglesia y nuestra sociedad al fortalecimiento del papel indispensable de las mujeres, no como algo que deba dárseles, sino reconociendo el don y la dignidad que ya poseen.

Acabar con el flagelo de la violencia y del acoso, reconocer la igualdad de derechos de la mujer en el mundo laboral, dar espacio para su desenvolvimiento en cargos de liderazgo, no manipular su figura y condición ideológicamente, son tan solo algunos de los hechos que nos retan en el mundo actual.

«Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa común. La auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales. Una confianza de ese tipo nunca es fácil de realizar porque las relaciones humanas son complejas», nos decía el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz (número 5), en el año 2019.