Responsive image

Artículos

Hoy más que nunca: Cristo entre nosotros.

Un comentario del Padre Ronald Fallas Barboza

Continuamos viviendo como sociedad un prolongado proceso de cuarentena como consecuencia de la pandemia que ha generado el Covid 19. Particularmente el periodo de confinamiento y estrictos protocolos de higiene han provocado en la gran mayoría de ciudadanos grandes cambios en la cotidianidad. Y entre los aspectos que se han visto afectados por todas estas medidas, para bien o para mal, está el modo en que hemos venido viviendo nuestra fe y con ella la espiritualidad cristiana.

Quisiera que recordemos, y vaya que lo tenemos bastante presente, que este año 2020 nos ha tocado experimentar un tiempo de Cuaresma, Semana Santa y la totalidad de la Pascua, de un modo muy distinto al que estamos acostumbrados. Pero, qué le vamos a hacer, este es el tiempo que estamos viviendo y la historia indudablemente va a recordar estos eventos. Para algunos, sencillamente no hubo Semana Santa, porque es lo único que les importa de la religión. Para otros vaya que sí la hubo, sólo que de una manera diferente. Yo me atrevo a decir que, de una forma más sustancial, sin artificios y otros elementos que causan mucha distracción y no siempre evangelizan.

Sin entrar en muchos detalles, quiero contarles sobre algunas curiosidades que este tiempo difícil de pandemia que estamos viviendo, suscitó en la parroquia a la cual pertenezco y que van marcando ante todo un modo de comunión muy limitado pero sostenido y fortalecido por las realidades de ?iglesias domésticas? que se viven en muchos hogares. Puede ser que, sin lugar a dudas, lo que les voy a contar es casi lo mismo que ustedes viven en sus hogares y en sus parroquias.

Aún recuerdo con claridad cómo en la homilía del Miércoles de Ceniza le decía a la feligresía: este año no puede ser una cuaresma más; tiene que ser distinta a las que hemos vivido, más provechosa. Y conforme avanzaba la cuaresma, dirigía la misma invitación, pero en miras a la semana santa: esta Semana Santa no puede ser como las que estamos acostumbrados a vivir; tiene que ser distinta a las que hemos vivido, más provechosa. Lo que no me imaginaba, ni nadie, era que sería verdaderamente muy distinta, a mi criterio, más provechosa.

Dejar de lado grandes y valiosas tradiciones, como las procesiones y muchas de las ricas comidas que se preparan para estos tiempos, no fue nada fácil, pero había que ingeniárselas para lo que hacía falta, fuera suplantado por nuevas alternativas, muchas de ellas cargadas de sentido y creatividad. Desde los hogares, dentro y fuera del país, se las ingeniaron con brillantes ideas que mantenían y enriquecían el espíritu cristiano de los días santos. Inolvidable los ramos de palma que colocamos en las puertas de nuestras casas para el Domingo de Ramos y la cantidad de fotografías de ellas que circulaban en redes sociales, todos compartiendo ese bonito gesto de los ramos.

Y ni se diga de los Via Crucis. Hubo chance de realizar algunos públicamente. Pero después vino el reto: hay que seguir haciéndolos, pero por otros medios. Y esos otros medios fueron las redes sociales, el internet, los audios y videos. Que belleza ver a las familias reunidas junto a un altar casero, rezando juntos una estación del Via Crucis. Y también lo están haciendo en esta Pascua, esta vez con el Via Lucis, que hermoso, cuanta fe y cuanta devoción. Cómo una situación tan limitante como la pandemia del Covid 19, ha dado paso a que las familias, iglesias domésticas, crezcan en la fe, la esperanza y el amor.

Tuvimos la oportunidad de ver, como en otras parroquias, se compartían fotos y videos de años anteriores, con tal de mantener vivo el espíritu propio de estos días. Cómo cunde en nuestros hogares y comunidades cristianas el deseo de manifestar la fe. Además, por su puesto, de las miles y miles de Eucaristías transmitidas que se comparten todos los días hasta hoy. Y pienso que es a su vez una ventana para que la feligresía continúe añorando la casa común, el templo, deseosos de regresar a congregarse y participar, ya no de modo virtual, sino presencial, del culto divino.

Al igual que la Cuaresma y Semana Santa 2020, esta Pascua también la estamos viviendo de forma distinta. En torno a los altares domésticos, donde se ha colocado el ?pascualito?, continúan las familias reuniéndose para distintas manifestaciones de fe: el santo rosario, la liturgia de las horas, celebraciones litúrgicas para vivir en familia, el Via Lucis y otras devociones más. Hemos experimentado una explosión de manifestaciones de fe, desde el silencio de nuestros hogares y aprovechando la gran plataforma virtual para llegar hasta donde menos lo imaginamos. Recuerdo con gran cariño algunas imágenes que me compartieron de familias que ponen su móvil o su Tablet sobre el altar doméstico y participan con mucho respeto de la Santa Misa. Qué hermoso.

Definitivamente una cuaresma y semana santa muy distintas, como dije al principio. Y también una Pascua 2020 muy diferente. Pero en medio de todos estos cambios que nos vimos obligados a enfrentar porque de repente se nos vino encima la pandemia, hay una cantidad enorme de elementos que no podemos dejar pasar. Definitivamente el ser humano no puede seguir siendo el mismo, algo o mucho ha cambiado. Y para los que están esperando que esto pase y todo vuelva a la normalidad, no se equivoquen. Una gran escuela como la que estamos viviendo, ha de ser experiencia de vida y aprendizaje para lo que viene por delante.