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Iglesia

Viernes Santo en Catedral

Celebración de la Pasión del Señor desde la Catedral Metropolitana, que en esta ocasión estuvo vacía a causa de la pandemia del coronavirus.

Este 10 de abril, Viernes Santo, el arzobispo de San José, Mons.  José Rafael Quirós presidió la celebración de la Pasión del Señor desde la Catedral Metropolitana, que en esta ocasión estuvo vacía a causa de la pandemia del coronavirus.

El Arzobispo solo estuvo acompañado del obispo auxiliar Mons. Daniel Blanco,  del ceremoniero; el pbro. Francisco Morales , el Deán de la Catedral el pbro. German Rodríguez y un reducido coro.

El arzobispo y el obispo auxiliar, vestidos de rojo en recuerdo de la sangre de Cristo derramada en la Cruz, se postraron en el suelo delante del altar para orar durante unos minutos.

Tras los minutos de oración silenciosa, se pusieron de nuevo de pie para la liturgia de la Palabra en la que se leyó un pasaje del libro de Isaías (52,13 - 53,12), se recitó el salmo 31, se leyó la Carta a los hebreos 4:14-16, y 5: 7-9; y el Evangelio de San Juan que relata la Pasión de Cristo.

En la oración universal de los fieles, se elevó una especial petición por los enfermos de coronavirus. 

Después se realizó la adoración de la cruz, aclamada tres veces con las palabras: "Miren el árbol de la Cruz, donde estuvo clavado el salvador del mundo. ¡Vengan y adoremos!".

En su homilía Mons. Quirós resalto que "estamos manifestando nuestra fe en quien murió y entregó su vida por nosotros. Es el Mesías,  El salvador. Esta es  la hora del Señor", dijo. 

 

"Es el momento para tomar conciencia y percatarnos que esto se ha seguido dando a través de la historia en la sociedad. Se ha desfigurado el rostro de Cristo en guerras y decidiendo quién puede nacer y quién puede vivir", agregó.

 

"Ante el momento que vivimos podemos interpretar de manera negativa, que El Señor está tomando venganza, pero no; ese no es el sentido que debemos darle. Jesús instaura verdad, perdón, misericordia. Es momento de  identificarse con el dolor del hermano. Se trata de involucrarse, de decirle: tu dolor es mi dolor, estar con los abandonados, con los que tienen hambre, dejemos que resuene en nuestros días la palabra que dice que no tengamos miedo, que Él está con nosotros, que sabe la angustia que sentimos", comentó.