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Iglesia

Cápsula Litúrgica: Sagrado Triduo Pascual

Pasión, Muerte, Sepultura y Resurrección de Jesucristo

·         Misa Vespertina de la Cena del Señor, Celebración de la Pasión del Señor, Vigilia Pascual y Domingo de Resurrección

 

David Mora, periodista

Cuando se habla de la Pascua hay una tendencia a pensar que se trata solamente de contemplar a Cristo Resucitado, pero esta celebra su paso de la muerte a la vida, por lo que este tiempo inicia propiamente el Jueves Santo al caer la tarde, una vez finalizada la Cuaresma, cuando la Iglesia Católica renueva los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo con una sola celebración: El Sagrado Triduo Pascual.

Es una celebración que se extiende durante tres días; da inicio con la Misa Vespertina de la Cena del Señor y finaliza con el Domingo de Resurrección, teniendo detalles que en todo el año ocurren sólo en esta ocasión. Para ahondar más en este tema celebrativo, Radio Fides conversó con el delegado episcopal de Liturgia, el Padre Francisco Morales.

El primer día del Triduo es el Viernes Santo, el segundo el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección el tercero, pero la introducción a esta celebración se da el Jueves Santo con la Misa de la Cena del Señor; la cual es vespertina, no debe celebrarse durante la noche; sino al atardecer, es alegre y sobria al mismo tiempo porque se aproxima la Pasión del Señor, su color es blanco y se rompe el silencio del Himno del Gloria que la Cuaresma guardó, aunque el Aleluya aún se omite hasta la Vigilia Pascual, también está establecido para después de la homilía imitar el gesto del lavatorio de los pies que Jesús hizo con los apóstoles, se escogen a algunas personas a quienes el sacerdote les hace este rito.

"Lo que hace presente el sacrificio de Cristo y su Resurrección, ósea la Pascua, es la Eucaristía, nosotros participamos constantemente del misterio pascual, porque celebramos la Eucaristía, porque lo que hizo Jesús en la tarde del Jueves Santo; como él es el señor del tiempo, es que con unos signos, el pan y el vino, se trae a la mesa, del futuro próximo del viernes, su sacrificio bajo signos sacramentales, diciendo que en ese pan está su Cuerpo y en ese vino está su Sangre, y le dice a sus apóstoles: "Hagan esto en conmemoración mía"", explicó el presbítero.

La celebración hace una pausa después de la distribución de la Sagrada Comunión, se omite la bendición final y en su lugar se hace un traslado solemne del Santísimo Sacramento recién consagrado en un lugar especial para que los fieles lo adoren durante la noche, esto es recuerdo de la invitación que Jesús hizo a sus apóstoles a orar antes de ser apresado, también en señal de espera los altares son desnudados en ese momento.

El Viernes Santo, cerca de las tres de la tarde, los fieles vuelven a reunirse para continuar la celebración eucarística con la Liturgia de la Pasión del Señor, esta es contemplativa y silenciosa. El clérigo resume esta celebración como "la Pasión de Cristo proclamada, orada, adorada y comulgada". En esta celebración se realiza la lectura de la Pasión según San Juan, se ora por las intenciones de todo el mundo, se adora la cruz (la cual queda expuesta en el presbiterio y se le hace genuflexión durante la tarde del viernes y el sábado) y se comulga la Eucaristía reservada de la noche anterior.

El sacerdote agregó que el Viernes Santo no es un día de luto ni de tristeza, sino de meditación en el amor extremo de Dios, por lo que se suprimió la costumbre antigua de usar vestiduras litúrgicas negras (color propio para las celebraciones de los difuntos) y se cambió por el rojo durante todo el día con motivo de que se celebra al Rey de los mártires.

El Sábado Santo es un día de silencio y de contemplación a Cristo sepultado, cuya alma desciende a los infiernos a rescatar a los justos, no es un día "alitúrgico", como acostumbra a decirse entre la gente, debido a que sí se reza la Liturgia de las Horas.

Al caer la tarde, comienza el Domingo de Resurrección con la Vigilia Pascual. "Hay que considerar que lo que celebra en esta noche no son elementos superpuestos, sino es toda una espiral ascendente, que desde el principio nos va elevando hasta que nos encontramos con Cristo muerto y resucitado en la Liturgia Eucarística, no tiene un centro", explicó.

El color de esta celebración es el blanco, inicia en medio de la oscuridad, con la bendición del fuego y la iluminación del Cirio Pascual, signo litúrgico de Cristo Resucitado. De este fuego todos los fieles encienden sus candelas mientras el Cirio ingresa por el templo bajo la aclamación "Luz de Cristo", la tercera vez que esto se dice y se llega al presbiterio es el momento en que las luces del templo se encienden por completo para el Pregón Pascual.

Posteriormente, como parte de una espera a que llegue su Esposo, la Iglesia escucha toda la historia de salvación en el Antiguo Testamento desde el libro del Génesis, pasa al Nuevo Testamento con el Himno del Gloria (durante el cual se encienden las velas del altar), vuelve a entonar con gozo el Aleluya y escucha el relato del evangelio que narra la Resurrección de Cristo.

Una vez terminada la Liturgia de la Palabra, se procede a los bautizos y la renovación de las promesas bautismales. "Lo que la Palabra de Dios anunció ahora se realiza, Cristo comparte su Pascua con nosotros a través del Bautismo, esa es la razón por la que se bautiza en la noche de la Pascua", manifestó el presbítero.

La última parte de esta espiral ascendente termina con la Liturgia Eucarística, donde se termina con la presencia real de Cristo Resucitado.

Al amanecer, el Domingo de Resurrección continúa con la Misa del Día, con los pequeños cambios de la aspersión en lugar del acto penitencial, el Cirio Pascual al lado del ambón o en el centro del presbiterio, la Secuencia antes del Evangelio y la pronunciación del "Aleluya" en el envío final durante toda la Octava de Pascua.