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Papa

Francisco habla de las guerras en entrevista

Papa pide negociaciones para encontrar la paz

·         El Santo Padre se refiere a su pontificado

David Mora, periodista

En febrero de 2024, el Papa Francisco concedió una entrevista a Lorenzo Bucella, periodista de Radio Televisión Suiza (RSI). Algunas agencias de noticias han revelado su contenido en el que se refiere a la situación en Gaza entre israelíes y palestinos.

A continuación un resumen del diálogo del Santo Padre con Bucella:

¿Cómo encontrar una brújula para orientarse sobre lo que sucede entre Israel y Palestina?

-Tenemos que seguir adelante. Todos los días a las siete de la tarde llamo a la parroquia de Gaza. Allí viven seiscientas personas y cuentan lo que ven: es una guerra. Y la guerra la hacen dos, no uno. Los responsables son estos dos que hacen la guerra. Luego no sólo hay guerra militar, sino que está la "guerra de guerrillas", por así decirlo, de Hamás, por ejemplo, un movimiento que no es un ejército. Es algo malo.

¿Pero no deberíamos perder la esperanza de intentar mediar?

-Miremos la historia, las guerras que hemos vivido, todas terminan con un acuerdo.

En Ucrania hay quienes piden el coraje de la rendición, de la bandera blanca. Pero otros dicen que esto legitimaría a los más fuertes. ¿Qué opina?

-Es una interpretación. Pero creo que es más fuerte quien ve la situación, piensa en el pueblo y tiene el valor de la bandera blanca y negociar. Y hoy se puede negociar con la ayuda de las potencias internacionales. Están ahí. Esa palabra negociar es una palabra valiente. Cuando ves que estás derrotado, que la cosa no va, tener el coraje de negociar. Y te avergüenzas, pero si sigues así, ¿cuántas muertes entonces? Y acabará aún peor. Negociar a tiempo, buscar algún país que haga de mediador.

¿Usted también se ha ofrecido a negociar?

-Estoy aquí y punto. Envié una carta a los judíos de Israel para reflexionar sobre esta situación. La negociación nunca es una rendición. Es la valentía de no llevar al país al suicidio. Los ucranianos, con la historia que tienen, pobrecitos, los ucranianos en la época de Stalin, cuánto sufrieron?.

Volvamos al año 2020, a la oración en la plaza de San Pedro durante la pandemia. Usted era una mancha blanca en medio de la oscuridad.

-En ese momento se podía ver la mancha blanca, porque era de noche, todo estaba oscuro. Fue algo espontáneo, hecho sin darnos cuenta de que habría tenido un gran significado, algo espontáneo, a la vez de soledad y oración.

En ese momento usted estaba concentrado en lo que quería hacer. ¿Entendió también, sin embargo, que el mensaje llegaba a todos los hogares, a todas las personas que se veían obligadas a quedarse en casa?

-No me di cuenta en ese momento. Recé ante la Salus Populi Romani y ante el crucifijo de madera que trajeron de Vía del Corso. Pensé en lo que tenía que hacer, pero no me di cuenta de la trascendencia que tenía ese momento. Yo también fui juzgado. Tenía ese sufrimiento y tenía el deber de mediador, de sacerdote, de orar por el pueblo que sufre. Esta es mi experiencia en ese día.

¿Sentía la soledad de esa plaza que también era soledad física?

-Sí, porque estaba lloviendo y no fue fácil.

¿Qué significó para usted llevar el vestido blanco el 13 de marzo de 2013, día de su elección a la sede de Pedro?

-No he pensado en eso, sólo pienso en las manchas, porque esto es terrible: el blanco atrae las manchas.

¿Pero es válido también a nivel simbólico, además de las manchas físicas?

-Sí, muchas veces las manchas se ven claramente. Por ejemplo: una persona que se encuentra en un puesto de servicio. Pensemos en un sacerdote, en un obispo, en un Papa: las manchas allí se ven mejor porque ese hombre es testigo de cosas bellas, de cosas grandes. Y parece que no debería tener ninguna mancha. El blanco también nos abre a este desafío de no tener manchas.

¿Pero no puede tener manchas? Usted siempre ha dicho que es un pecador...

-Sí, todos somos pecadores. Si alguien dice que no, se equivoca: todos. Es verdad, un pecado ensucia, ensucia el alma. Y por simbolismo podemos decir que también ensucia el blanco. Cuando pienso en blanco pienso en los niños, en el Bautismo: todos van vestidos de blanco. Pienso en mi Primera Comunión, tengo una fotografía mía, en blanco. El blanco tiene un significado de pureza, de cosas bellas. Pienso también en los niños, en las mujeres que se casan. El blanco es un color fuerte, no es débil.

Cuando se convirtió en Papa, ¿cambió su relación con el blanco?

-No, es el mismo. Pero no lo notas: te vistes de blanco, pero no lo notas. Lo noto cuando veo las manchas... Es algo natural.

¿Es pesada la responsabilidad que tiene que llevar?

-Sí, pero no hay que dramatizar. Todos tenemos responsabilidades en la vida. Y el Papa tiene una responsabilidad mayor: un mayor jefe de Estado, un sacerdote, una monja son los encargados de dar testimonio. Para mí, por ejemplo, es más responsabilidad del testimonio que de decisiones. Porque aquí mucha gente me ayuda en las decisiones, se preparan, estudian y me dan algunas soluciones. Sin embargo, en la vida cotidiana no se cuenta con mucha ayuda. Las decisiones también son difíciles.

El Papa tiene muchas personas que lo ayudan. Pero como está solo, vestido de esta manera, como punto de referencia también puede sufrir de soledad. ¿Puede sentirse solo con esta túnica blanca?

-Hay momentos de mucha soledad en los que hay que tomar una decisión, por ejemplo. Pero esto no es sólo del Papa: en la vida clerical, también lo sienten los obispos, o los sacerdotes... Incluso un padre de familia, muchas veces: piensa en cuándo tiene que tomar decisiones sobre sus hijos. O cuando un matrimonio no funciona: tomar la decisión de marcharse. Son decisiones que pesan mucho.

Hay manchas individuales y luego hay manchas colectivas, las grandes manchas que son tan sucias como las guerras. ¿Y qué se puede hacer?

-Esto es un pecado colectivo. Me lo dijo el economista, hace un mes - me dio el informe de cómo estaban las cosas en el Vaticano, siempre en déficit - me dijo: ¿sabes dónde las inversiones dan más ingresos hoy? La fábrica de armas. Se gana por matar. Más ingresos: la fábrica de armas. La guerra fue terrible. Y no existe tal cosa como una guerra blanca. La guerra es roja o negra. Siempre digo esto: cuando estuve en Redipuglia en 2014 lloré. Luego me pasó lo mismo en Anzio, luego cada 2 de noviembre voy a celebrar a un cementerio. La última vez fui al cementerio británico y miré las edades de los muchachos. Horrible. Ya lo dije, pero lo repito: cuando se conmemoraba el desembarco de Normandía, todos los jefes de gobierno celebraron esa fecha, pero nadie dijo que en esa playa quedaran hasta 20.000 jóvenes.

El hombre tiene una percepción clara de lo que implican las guerras, pero siempre vuelve a caer en ellas. Pienso también en usted, con sus llamamientos... ¿Cómo es que no puede transmitir el mensaje de cuántas víctimas supone la guerra?

-Dos imágenes. Una que siempre me conmueve y lo digo: la imagen de la madre cuando recibe esa carta: ?Señora, tenemos el honor de decirle que tiene un hijo héroe y esta es la medalla?. Me importa el hijo, no la medalla. Se llevaron a su hijo y le dieron una medalla. Se sienten engañados... Y luego otra imagen. Estaba en Eslovaquia. Tuve que ir de una ciudad a otra en helicóptero. Pero hubo mal tiempo y no fue posible. Hice el viaje en coche. Pasé por varios pueblos. La gente escuchó por la radio que pasaba el Papa y vino a verme por la calle. Había niños, niñas, parejas jóvenes y luego abuelas. Faltaban los abuelos: la guerra. Es el resultado de la guerra. No hay abuelos.

¿Cómo te responden los poderosos de la tierra cuando les pides la paz?

-Hay quienes dicen, es verdad, pero tenemos que defendernos... Y luego te das cuenta de que tienen la fábrica de aviones para bombardear a otros. Defendernos, no destruir. ¿Cómo termina una guerra? Con muertes, destrucción, niños sin padres. Siempre hay alguna situación geográfica o histórica que provoca una guerra... Puede ser una guerra que parezca adecuada por razones prácticas. Pero detrás de una guerra está la industria armamentista, y eso significa dinero.

La guerra siempre está asociada con la oscuridad, con las tinieblas.

-Una guerra es oscura, siempre tenebrosa. El poder de la oscuridad. Cuando hablamos de blanco hablamos de inocencia, bondad y muchas cosas bonitas. Pero cuando hablamos de la oscuridad, hablamos del poder de las tinieblas, de cosas que no entendemos, de cosas que son injustas.

Pero todos corremos el riesgo de tener un poco de oscuridad en nuestro interior?

-Somos pecadores y tenemos un poco de oscuridad.

¿Qué relación tiene un Papa con el error?

-Es fuerte, porque cuanto más poder tiene una persona (más) corre el riesgo de no comprender los deslices que comete. Es importante tener una relación autocrítica con los propios errores, con los propios deslices. Cuando una persona se siente segura de sí misma porque tiene poder, porque sabe moverse en el mundo del trabajo, de las finanzas, está tentada a olvidar que un día estará mendigando, rogando juventud, rogando salud, rogando vida... Es un poco una tentación de omnipotencia. Y esta omnipotencia no es blanca. Todos necesitamos ser maduros en nuestras relaciones con los errores que cometemos, porque todos somos pecadores.

El blanco también es un color neutro. Cuando hay contrastes entre diferentes ideologías, incluso entre diferentes personas, ¿la neutralidad es un valor para usted?

-Mucho. En la base de nuestra vida podemos hablar de la página en blanco. No decimos la página negra, la página verde, la bandera amarilla... Cuando hablamos de una página para escribir es un papel en blanco. Y cada uno debe escribir allí sus decisiones, en el blanco que es la vida. La vida es una hoja de papel en blanco y será hermosa si logras escribir algo hermoso en ese papel, pero si escribes cosas malas esa página no será hermosa.

 

Fuente: Vatican News.