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Papa

Papa da el lectorado a varios laicos

El III Domingo del Tiempo Ordinario se dedica a la Palabra de Dios

·         Desde 2021 oficialmente se admiten mujeres al lectorado y acolitado

 

David Mora, periodista

Por disposición del Papa Francisco, desde 2020 la Iglesia Católica dedica el III Domingo del Tiempo Ordinario a la Palabra de Dios. Este domingo 21 de enero, siendo la quinta ocasión en que se celebra a la Sagrada Escritura, el Santo Padre le confirió el ministerio del lectorado a 11 laicos provenientes de diferentes partes del mundo, entre ellos de Brasil, Alemania y Corea del Sur.

Esta es la tercera vez en que el Papa realiza este rito durante esta celebración en la Basílica de San Pedro, el cual consiste en que el candidato a lector se acerca a quien lo va a instituir, este le da la bendición y le entrega una biblia mientras le dice: "Recibe el libro de las Sagradas Escrituras y transmite fielmente la Palabra de Dios para que germine y dé fruto en el corazón de las personas".

Anteriormente se tenía dispuesto que los lectores instituidos fueran únicamente varones, aunque en la práctica esto se fue perdiendo; ya que con el paso de los años en muchos lugares se comenzó a ver la participación de mujeres en este servicio, por lo que oficialmente, en enero de 2021, Francisco modificó el Código de Derecho Canónico por medio de un Motu proprio donde admitía a las mujeres al lectorado y acolitado, unos meses después también instituyó el Ministerio del Catequista.

En ninguno de los casos esta institución se trata de una ordenación ni intenta imitar este sacramento, sino que le da valor a las tareas que los fieles realizan desde hace mucho tiempo.

Las lecturas bíblicas, exceptuando el Evangelio, deben ser leídas por lectores instituidos ritualmente, estos deben tener la edad y las condiciones que las conferencias episcopales dispongan, también a los candidatos a las órdenes sagradas, en una etapa avanzada de su formación, se les otorga este ministerio. En caso de no haber lectores instituidos, se puede optar por laicos que sean idóneos para la proclamación de la Palabra.

En el caso de la lectura del Evangelio, esta siempre debe ser proclamada por un ministro ordenado; ya sea un diácono, presbítero o el obispo, y aunque parezca paradójico, en ese momento la función más importante la tienen los laicos, pues son quienes escuchan el relato.

Fuentes: Rome Reports y Liturgia Papal.