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Iglesia

San José: Una ciudad mariana

Se realizó un rosario procesional por las calles de la capital

·         Después del recorrido se celebró una Santa Eucaristía en la Catedral Metropolitana

 

David Mora, periodista

Este sábado 7 de octubre, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, cientos de fieles caminaron por las calles de San José meditando los misterios gozosos de esta oración mariana.

La procesión inició a las 10 de la mañana, saliendo de la Catedral Metropolitana Santuario Nacional San José con una imagen de la Madre de Dios en andas; adornada con flores, y cargada por varios fieles, dirigiéndose 200 metros al norte, 100 metros al oeste llegando al edificio del Correos de Costa Rica, a partir de ahí tomó 300 metros hacia sur llegando al Banco Crédito Agrícola, y de ahí se tomó la Avenida # 4 regresando al templo catedralicio.

Mientras se caminaba, los fieles rezaban, cantaban y niños le tiraban flores al paso de la imagen de la Virgen María. Una vez de regreso en la Iglesia, se procedió a celebrar la Santa Eucaristía, a las 11 de la mañana, presidida por el prefecto de la Catedral, el Padre German Rodríguez, acompañado en la concelebración por el Padre Alfonso Mora. Esta celebración se realizó no sólo en el contexto de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, sino que también al ser el primer sábado de mes, se recuerda la devoción al Corazón Inmaculado de María.

"El Santo Rosario nace de la siguiente manera: Las culturas griega y romana, acostumbraban premiar a sus líderes con vestiduras especiales y coronas, cuando las mujeres cristianas fueron condenadas a morir en el circo a manos, garras y fauces de las fieras, ellas decidieron vestirse de blanco y ponerse coronas de flores y así entraban a afrontar el martirio. Luego los cristianos que quedaban vivos, llegaban; recogían las coronas y de acuerdo el número de coronas que tenía cada una, hacían una oración, una jaculatoria, una alabanza", explicó el Padre Mora en su homilía.

El sacerdote continuó su relato comentando que posterior a esto fueron los salmos los que se aplicaban a las Avemarías, y se organizaban por decena, "pidiéndole a la Virgen María que nos acompañe en el caminar, para que así nosotros podamos honrar a María, honrando al Señor, caminar con María siguiendo los pasos del Señor, y hacer una meditación profunda y completa del Señor con la Virgen María, que es la que mejor conoce el recorrido del Señor hasta la crucifixión primero y la glorificación después".

Esta oración fue elevada por el Sínodo sobre la Sinodalidad, las misiones y la paz en el mundo. Se contó con la participación de los Caballeros del Santo Sepulcro de la Catedral Metropolitana y la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad de la Parroquia San Miguel Arcángel de Escazú.