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Papa

El signo de amor más grande

Vía Crucis de los Jóvenes en Lisboa

·         Testimonios de varios jóvenes

 

David Mora, periodista

Con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se desarrolla en Lisboa, este viernes se realizó el Santo Vía Crucis con los jóvenes presentes, en la Colina del Encuentro, que se ubica en el Parque Eduardo VII, donde el Papa Francisco recordó a los peregrinos que la cruz de Jesucristo es el signo sagrado "del amor más grande", con el que el Señor desea abrazar a la humanidad.

Una vez que llegó el Santo Padre en el papamóvil, mientras era saludado por cerca de 800.000 participantes, este fue trasladado en silla de ruedas al escenario y animó a los jóvenes a nunca olvidar que "nadie tiene más amor que quien da la vida, y esto lo enseñó Jesús", cuando caminó a su crucifixión para que la humanidad se salvara.

El espacio de reflexión también se hizo presente en el espacio, pues el líder de la Iglesia Católica los invitó en dos ocasiones a prensar en los sufrimientos y aseguró que Jesús desea sanar la soledad de cada joven. "Jesús camina a la cruz, muere en la cruz para que vuestra alma pueda sonreír", afirmó el obispo de Roma.

Posteriormente, un grupo de jóvenes llevaron la cruz peregrina a un lado del escenario y esta empezó a ascender conforme se avanzaba en la meditación durante las distintas estaciones, que se centraron en las fragilidades, heridas y necesidades de los jóvenes, como lo son la violencia, la soledad, el desafío de las redes sociales, la necesidad de solidaridad y compromiso, la salud mental, entre otros.

Los distintos textos fueron compuestos por el director del Centro Universitario Padre António, el sacerdote Joao Golao, quien en declaraciones a Vatican News explicó que recibieron las reflexiones que enviaron 20 jóvenes de los cinco continentes, "y así hemos construido las estaciones". También se intercalaron los testimonios de tres jóvenes durante el camino espiritual de la Pasión del Señor.

Esther, una mujer española de 34 años, fue la primera persona que brindó un testimonio. Ella contó que fue bautizada en la Iglesia Católica, recibió la Primera Comunión, pero empezó a vivir alejada de la Iglesia, posteriormente tuvo un accidente que la dejó en silla de ruedas, también reconoció que su pareja y ella decidieron abortar a su primer hijo, lo cual dice que la dejó vacía porque sentía que "algo había muerto dentro" de ella. Ante esto, el Señor le mostró su infinita misericordia y la buscó, por lo que ella comenzó a experimentar en su vida un amor grande e inexplicable, ahora tiene una hija llamada Elisabeth y el año pasado contrajo matrimonio con su esposo Nacho.

Después de Esther, siguió el testimonio de Joao, un joven portugués de 23 años a quien la pandemia de covid-19 lo marcó en su fragilidad mental, cayendo en el aislamiento e individualismo, sin embargo, él cuenta que la fe lo ayudó a vencer esta situación.

Caleb, un joven estadounidense de 29 años fue el último en dar su testimonio contado que creció en un hogar inestable. Él se describió a sí mismo como una de las ovejas perdidas a las que Jesús busca, ya que él cayó en depresión y pensó en terminar con su vida, también por un tiempo se separó de su mujer. Sien embargo, al tener un encuentro con Cristo en la Santa Eucaristía, pudo sanar sus heridas, volvió con su pareja, se casó y ahora vive plenamente en comunión con la Iglesia Católica.

Al finalizar la XIV estación, Francisco dijo la oración final e impartió la bendición a todos los presentes.

 

Fuente: ACI Prensa.