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Arzobispo

Respeto y dignidad de las servidoras domésticas

Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José

Este 29 de julio, la Iglesia recuerda en la liturgia a Santa Marta, cuyo nombre procede del arameo y significa dama o señora. Fue ella quien recibió a Jesús "en su casa" y se afanaba por los quehaceres del hogar (cf. Lc 10, 38-41). Si bien Santa Marta es la patrona de los imposibles, del hogar, de las cocineras, de las amas de casa, de las servidoras domésticas, de las casas de huéspedes, de los hoteleros y de las lavanderas, en la Arquidiócesis de San José hemos querido encomendar a su intercesión, de modo especial, a las servidoras domésticas por el inmenso, y a la vez, discreto servicio que prestan.

Con ello, queremos reconocer a estas valientes trabajadoras el papel fundamental que desempeñan en la sociedad, al brindar el servicio del hogar, el cuidado de los niños y adultos; la cocina, entre múltiples tareas, sin ignorar que a menudo enfrentan condiciones laborales precarias, bajos salarios, falta de protección legal y hasta violaciones de sus derechos fundamentales.

En una alocución, el Papa Francisco interpelaba a los empleadores en los siguientes términos: "Pienso en tantas empleadas del hogar que ganan el pan con su trabajo: humilladas, despreciadas? Pero ¿cómo la tratas (a tu empleada doméstica)? ¿Le pagas lo justo, le das las vacaciones pertinentes, es una persona o un animal la que te ayuda en casa?".

 Escuchar sus voces es una cuestión de justicia y equidad pues todas las personas, sin importar su ocupación, merecen ser tratadas con dignidad y que se respeten sus derechos humanos fundamentales protegidos por la normativa vigente, trátese de nacionales o extranjeras. Muchas de ellas trabajan largas horas, sin límites claros entre su tiempo de trabajo y su tiempo personal, muchas no tienen acceso a beneficios como seguridad social o vacaciones remuneradas. Al reconocer sus derechos, nos encaminamos hacia el objetivo de garantizar condiciones laborales justas y un trabajo decente para todas estas mujeres.

Una especial preocupación representa el hecho de que las servidoras domésticas pueden ser especialmente vulnerables a abusos físicos, emocionales y sexuales debido a la naturaleza privada y aislada de su trabajo. Al garantizar protecciones legales y promover la conciencia sobre estos problemas, podemos ayudar a prevenir abusos y brindarles un entorno laboral seguro.

Es hora de que se valore el empleo doméstico y lo que representa para el funcionamiento de los hogares y la economía nacional, sin embargo, sus tareas a menudo se desprecian o se consideran menos importante y no son justamente compensadas.

Debe reconocerse la relación laboral y la dependencia con el empleador para que este se haga responsable de las condiciones laborales en las que se desempeña la trabajadora, además de señalar la especificidad de los trabajos y cuidados que debe desarrollar sin abusar de ellas por la baja escolaridad y la informalidad de sus contratos.

Es importante abogar por políticas laborales justas, promover la ratificación e implementación de convenios sobre trabajo decente, fomentar la educación sobre los derechos laborales, y apoyar a organizaciones y sindicatos que luchan por los derechos de estas trabajadoras.

Que la memoria litúrgica a Santa Marta se convierta en una verdadera plataforma para hacer visibles a estas servidoras y que, de una u otra forma, todos contribuyamos a esta causa alentando un trato justo, respetuoso y digno hacia ellas en nuestros propios hogares y comunidades.