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Obispo Auxiliar

Una fe coherente

Mons. Daniel Blanco Méndez, obispo auxiliar de San José

El domingo anterior, escuchamos cómo Jesús llamó y envió a los apóstoles a anunciar el Reino, dándoles la potestad de hacer los mismos gestos que Él ha realizado (curar enfermos, expulsar demonios) pero también con la indicación que pronunciar sus mismas palabras... palabras que provocaron molestia, persecución e incluso la muerte de Jesús.

Por tanto, siguiendo con este Discurso Misionero, este domingo, el Señor advierte que aquellos que han sido enviados sufrirán lo mismo que Él ha sufrido, es decir, persecución e incluso la muerte.  Pero el Señor insiste también, lo dice en tres ocasiones, no tengan miedo, porque Él estará al lado de aquellos que ha enviado.

La experiencia de persecución por el cumplimiento de una misión encomendada por el Señor, la ha experimentado, en el Antiguo Testamento, el profeta Jeremías, como escuchamos en la primera lectura.

El mensaje de Dios anunciado en boca de Jeremías, molestó a los poderosos de su tiempo.  Pero el mismo profeta también manifiesta cómo ha experimentado la cercanía de Dios, del Señor Todopoderoso que está a su lado, que lo salva y que lo libra de los malvados.

Esto que ha narrado Jeremías es la promesa hecha por Cristo a sus apóstoles.  No debe haber ningún temor, porque en medio de las dificultades que ocasiona el anunciar el Reino, la promesa de Cristo ha sido que el Padre del cielo los cuidará como cuida a todas sus creaturas e incluso mucho más, porque además, esta promese incluye que aquellos que han sido perseguidos serán reconocidos por el Padre del Cielo en la Eternidad.

La experiencia de incomprensión y de persecución es algo que ha vivido la Iglesia a través de los siglos.  El mensaje del Reino y la vivencia de los valores el Reino ha sido siempre motivo de incomprensión y de persecución.

Han existido motivos para odiar, perseguir e incluso matar a aquellos que anuncian la palabra de Cristo, que anuncian y viven los valores del Reino.  Desde tiempos apostólicos, con la persecución en Jerusalén luego del martirio de Esteban, luego las persecuciones del Imperio Romano y a lo largo de la historia hasta el día de hoy, cuando sigue habiendo persecución en algunos países, por el sólo hecho de ser cristianos, porque la Palabra de Dios, cuando se vive y se anuncia con coherencia, siempre incomodará a alguno, siempre ocasionará algún malestar y siempre significará ir contracorriente.

Por esto, la palabra de este domingo, sigue siendo actual para todos nosotros, la enseñanza que nos trae esta palabra y la puesta en práctica de esta palabra, no ha variado mucho en estos dos mil años:

·        Cristo sigue enviando a sus discípulos, hoy todos nosotros bautizados.  Y debemos hacerlo con sus mismas palabras y sus mismas acciones, siendo cercanos al enfermo, al excluido, al vulnerable y siendo presencia de su misericordia en aquel a quien llama a la conversión porque el Reino está cerca.

·        Este mensaje, hoy sigue siendo incómodo para algunos, sigue significando para el cristiano ir contracorriente, incluso en lugares donde no hay propiamente persecución en contra de los cristianos, especialmente cuando en la vida diaria, en la cotidianidad de la vida familiar, laboral o académica, la vivencia coherente de la fe, sigue ocasionando asombro o incluso molestia en algunos.

·        El Señor nos sigue enviando con el mismo llamado.  No tener miedo, confiar sólo en Él, para anunciarlo sólo a Él y su mensaje de conversión y de salvación.  Cuando la confianza la ponemos en nuestras propias capacidades, dejamos de anunciarlo a Él y nos anunciamos a nosotros mismos.  En esos casos el mensaje deja de ser el mensaje del Reino, el mensaje cambia radicalmente.  Y la persecución perdería todo sentido.  Nos enseña el papa Francisco "No hay que temer a los que intentan extinguir la fuerza evangelizadora mediante la arrogancia y la violencia. De hecho, no pueden hacer nada contra el alma, es decir, contra la comunión con Dios: nadie puede quitársela a los discípulos, porque es un regalo de Dios. El único temor que debe tener el discípulo es el de perder este don divino, la cercanía, la amistad con Dios, renunciando a vivir según el Evangelio y procurándose así la muerte moral, que es el efecto del pecado"

·        En conclusión, el llamado de la Palabra de Dios en este domingo, es vivir con coherencia la fe, ése será el testimonio más claro de nuestro ser cristianos y la mejor forma de anunciar a Cristo.  Vivir con coherencia la fe, sin temor, porque Dios camina a nuestro lado y nos promete una recompensa, la recompensa del Reino, que estamos llamados a construir desde ahora, pero que viviremos en plenitud junto a Él en la eternidad.