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Arzobispo

Vivir la Semana Santa

Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano (VIDEO)

La comunidad creyente celebra la Semana Santa y con ella los acontecimientos de la Pasión, Muerte, y Resurrección de Cristo, que constituyen el Misterio Pascual,  centro y fundamento de nuestra fe. Dada la magnitud de estos eventos, nos preparamos a lo largo de la Cuaresma para obtener los mejores frutos de este tiempo de gracia.

Corresponde ahora reposadamente hacer experiencia de la pasión y muerte de Jesús para celebrar, rebosantes de gozo, la gloria de la resurrección. 

Y es que, la primera motivación para celebrar estos días santos es la profunda convicción del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Su amor lo llevó a sacrificarse por nosotros, a cargar sobre sí todo nuestro mal. Dios nos salvó dejando que nuestro mal se ensañase con Él. Sin defenderse, sólo con la humildad, la paciencia y la obediencia del siervo, simplemente con la fuerza del amor. 

Jesús, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. (Flp 2, 6-8).

De frente a estos días, los católicos corremos el riesgo de aceptar algo que poco a poco se ha ido promoviendo con fuerte cobertura mediática. Por ello, desde mi corazón de pastor del pueblo de Dios, quiero advertirlas a fin de que, no nos dejemos envolver por dicha mentalidad y más bien, vivamos plenamente el misterioso Plan de salvación de Nuestro Padre celestial, que se realiza en la humillación y en la exaltación de su Hijo unigénito, Jesucristo.

Primeramente, esta no es una semana turística. Comprendo perfectamente, las presiones que existen en lo económico en determinados sectores, sin embargo, la vivencia espiritual eleva la visión y potencializa la verdadera humanización hasta en lo económico. 

Es triste, pero, la Semana Mayor, vista desde esta perspectiva meramente economicista e ideológica, al mejor estilo de países laicistas que denominan, de modo oficial: Semana de Turismo a los cinco días que coinciden con la Semana Santa, expresa la radical separación del hecho religioso, por parte de sectores interesados.

Tampoco es una semana cultural que se limita a disfrutar del legado artístico y religioso, aunque las costumbres y tradiciones que se promueven dejen de ser el instrumento de la evangelización o de la motivación religiosa para que la gente pueda descubrir y admirar el misterio que contienen.

Pienso que deberíamos aprovechar la ocasión que nos dan estos días,  para hacer verdadera experiencia de familia, donde los fieles puedan unirse espiritualmente y celebren, en toda su profundidad, los días más santos desde el hogar, conmemorando así, con los suyos, los grandes misterios de la Redención. La oración familiar y personal, en el hogar como «Iglesia doméstica»: La liturgia de las horas, el Via Crucis, el Via Lucis, el santo Rosario, entre otros, serán de gran provecho espiritual.

Pero la esperanza mayor es que los fieles cristianos podamos reunirnos como comunidad para alabar a Dios, para orar unos por los otros, por toda la Iglesia y por la humanidad entera, encomendando a la misericordia y providencia divinas a todas las personas de buena voluntad.

Animo a los fieles, en general, a retomar la esencia de estos días santos para fortalecernos en Cristo pues, con Él, el mal no tiene más poder, el fracaso no puede impedir que empecemos de nuevo, la muerte se convierte en un paso para el inicio de una nueva vida. 

Recobremos el valor de nuestras fiestas cristianas, dediquemos momentos a la oración, a la reflexión y revivamos el sentido de este tiempo que hace crecer en el pueblo de Dios la fe, y desde ahí todos los valores permanentes, tan necesarios siempre.